BENITO JUÁREZ, EVO MORALES Y LA HISTORIA COMO TRAGEDIA Y FARSA

A menudo uso la frase de Marx esa que la historia se presenta una vez como tragedia y otra vez como farsa. Y es que la frase de marras tiene muchas representaciones en la historia política de América Latina. De la relectura del estupendo libro que es Redentores (Debate, 2011) del historiador mexicano Enrique Krauze, me he topado con una historia del siglo XIX que revela mucho de la tragedia política de nuestras sociedades, una historia que tiene claras referencias en pleno siglo XXI latinoamericano, aunque en este segundo caso podríamos hablar de historias devenidas en farsas. Cuenta Krauze que el abuelo de Octavio Paz, Ireneo Paz, era un revolucionario liberal, o un liberal revolucionario, como quieran, y combatió con proclamas y uniéndose a levantamientos las pretensiones de Benito Juárez de perpetuarse en el poder en México, poder que había ocupado desde 1858. El presidente Juárez fue candidato una vez más en las elecciones presidenciales de 1871 y las ganó, aunque teniendo ya una gran oposición hacia su mandato y bajo la acusación de que se había cometido un fraude electoral. Juárez continuaba así la larga noche del caudillismo político latinoamericano que cubrió el siglo XIX republicano de nuestras naciones, se extendió hasta buena parte del siglo XX y reaparece en este siglo XXI.

Y da lo mismo que el caudillo o líder haya sido o sea un prócer o un reformista, liberal o conservador, de derecha o de izquierda, un dictador o un presidente elegido democráticamente, gobierne bajo instituciones débiles o sobre un Estado Fallido, el afán de mantenerse en el poder imbuirá la mayoría de sus decisiones y acciones, pues terminan considerándose unos elegidos, insustituibles en el avatar colectivo de sus patrias. Los ejemplos de caudillos políticos, de líderes populistas y redentores abundan en la historia de América Latina y en especial nuestros grandes escritores: García Márquez, Vargas Llosa, Asturias, Carpentier, Roa Bastos, han sabido retratar con maestría los andares y el universo de los dictadores, del gendarme necesario, del hombre fuerte; en algunas de sus novelas son personajes reales, mientras que en otras son el arquetipo de seres que se consideran supremos, convocados para mandar y guiar la patria eternamente por la gracia de Dios o sin contar con él. El mediocre desempeño que en materia económica y de desarrollo han tenido la mayoría de  los países latinoamericanos desde que son repúblicas corrobora el daño que el caudillismo, los líderes políticos omnipresentes, le han hecho y le hacen a la región.

Volviendo al libro de Krauze, la historia de la oposición de Ireneo Paz al gobierno de Benito Juárez revela sorpresivas conexiones y coincidencias entre los afanes re-eleccionarios de Juárez y los del ex presidente boliviano Evo Morales. Como es sabido, el tumultuoso devenir por estos días de Morales comenzó cuando violentando la consulta popular que perdió y le negó una nueva candidatura presidencial, manipuló el sistema de justicia para presentarse nuevamente en las elecciones de octubre de 2019. La trastornada jornada electoral que lo dio como ganador en primera vuelta generó fuertes e intensas protestas en toda Bolivia durante tres semanas, desembocando en la auditoría a las elecciones realizada por la OEA que corroboraron las grandes irregularidades cometidas en las mismas. Ante estos hechos, la sospecha de un fraude electoral, y bajo la presión de la ciudadanía en la calle, sin contar ya con el apoyo de las fuerzas armadas de su país, Morales renunció a la presidencia. Ireneo Paz era el editor propietario de un periódico llamado El Padre Cobos y desde allí tenía una tribuna pública privilegiada para denunciar lo que él consideraba eran las apetencias de perpetuarse en el poder de Juárez. En 1871, en la antesala de las elecciones presidenciales donde Juárez era nuevamente candidato, escribió un soneto que aparece impreso en el libro, del cual copio el último verso:

Suéltanos por piedad, querido tata,

Ya fueron catorce años de cicuta…

¡Suéltanos presidente garrapata!

Y es que hay singulares coincidencias entre ambas apetencias de Juárez y Morales de mantenerse en el poder. Cuando se escribieron esos versos el prócer de origen indígena Benito Juárez había cumplido casi catorce años en el poder, los mismos que hubiera cumplido el presidente socialista indígena Evo Morales en enero de 2020. Al igual que Juárez en el México del último tercio del siglo XIX, Morales aspiraba a gobernar Bolivia por lo menos un periodo más en este primer tercio del siglo XXI. Juárez no logró gobernar por completo ese último periodo, pues murió súbitamente de un infarto en 1872 y Morales renunció como presidente y ha aceptado el asilo que curiosamente le brinda otro presidente mexicano: Andrés Manuel López Obrador. La historia del gobierno de Juárez y de los caudillos que le sucedieron en el México de la última parte del siglo XIX, en especial Porfirio Díaz, gobernante por espacio de 30 años, hasta 1911, a pesar de representar gobiernos que en algunos aspectos se le reconocen importantes logros y cierto progreso social, revela en general la tragedia de unas naciones latinoamericanas que una vez convertidas en repúblicas no pudieron sentar las bases institucionales del liberalismo económico y político, de la democracia con pleno respeto a los contrapesos del poder y a las instituciones. Doscientos años después de vida republicana, las secuelas de esta falla histórica aún reverberan en la región.

Evo Morales, al igual que otros presidentes populistas con rasgos progresistas, imbuidos de un enorme afán por mantenerse en el poder a cualquier precio, terminan representando una farsa que los lleva a someter y controlar los demás poderes públicos y otras instituciones [1]. Esto ha traído como consecuencia, como lo corrobora un estudio reciente de Latinobarómetro, que exista una alta percepción de los ciudadanos latinoamericanos de que viven en democracias donde se gobierna para unos pocos, donde los gobernantes no responden eficazmente a las demandas sociales, por lo cual su apoyo a este sistema político ha mermado sustancialmente [2]. Las prácticas antidemocráticas y demagógicas que cobraron nuevo impulso en algunos países de la región en este siglo XXI no solo traen el mal del caudillismo y el autoritarismo redivivo sino además suponen el perjuicio de representar grandes obstáculos, limitaciones y rémoras para alcanzar un mayor bienestar y desarrollo para la gran mayoría.

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[1] El progresismo en los hechos y los logros económicos conseguidos durante el gobierno de Evo Morales se destacan en la entrada del blog: EVO MORALES SCHOOL OF ECONOMICS.

[2] Latinobarómetro es una prestigiosa encuestadora que por espacio de un poco más de dos décadas ha registrado las percepciones políticas de los ciudadanos de 18 países de América Latina. El estudio se refiere al Informe Latinobarómetro 2018.

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