DESBALANCES DE LA ECONOMÍA VENEZOLANA (I): LAS CONDICIONES DEL CAPITALISMO RENTÍSTICO

Es un lugar común decir que la economía venezolana del presente sufre de profundos desequilibrios y distorsiones. Algunos de estos desbalances se hacen sentir en el desempeño económico de corto plazo; otros son incluso de larga data y han afectado el crecimiento económico de largo plazo. Algunos desequilibrios se manifiestan a contracorriente de lo que la teoría económica estándar señala debería ser el resultado esperado en el desempeño normal de una economía. Aún más, estos desbalances económicos también han impactado la estructura política y social y su capacidad de maniobra y respuesta ante dichos desequilibrios.

En este sentido, esta entrada y las dos siguientes que se publican en el blog, reunirán tres análisis inherentes al proceso económico venezolano. El primer análisis se dedica a caracterizar la condición rentística de la economía venezolana. El segundo apunta a describir someramente los desbalances económicos, a los cuales, en aras de la simplificación, vamos a identificar como: desequilibrios macroeconómicos estructurales, desequilibrios macroeconómicos coyunturales y obstáculos en el nivel microeconómico. El tercer análisis se ocupa de un desbalance puntual: la relación entre el ingreso petrolero y la deuda pública externa venezolana.

El carácter rentístico de la economía venezolana ha sido materia de estudio de varios investigadores del país y de otras latitudes, destacándose los trabajos del profesor Asdrúbal Baptista.[1] Este economista ha aportado un caudal de explicaciones teóricas y respaldo empírico para el abordaje analítico de las causas y consecuencias de lo que él denomina la condición capitalista-rentística. A continuación se refieren brevemente algunas de sus características relevantes.

En primer lugar, la renta es un excedente no generado por la actividad productiva nacional. Si bien originariamente guarda relación con la actividad productiva petrolera interna, en la medida que emplea recursos naturales (yacimientos petrolíferos), capital (máquinas, equipos) y trabajo (horas-hombre), esta dimensión productiva nacional no alcanza para explicar la cuantía de unos ingresos que en rigor se generan de las condiciones inherentes al comportamiento del mercado petrolero internacional. La renta petrolera constituye, pues, un trasvase de ingresos, recibidos por el Estado venezolano en su condición de propietario terrateniente de una mercancía, el petróleo, que es altamente demandada a nivel mundial. Por lo demás, la cuantía y flujo de esta renta siempre ha sido importante en relación con el tamaño de la economía del país.

En segundo término, y como una consecuencia de lo anterior, la modernización y el crecimiento económico, por cerca de siete u ocho décadas desde los inicios de la explotación petrolera a comienzos del siglo XX, descansó no sobre el aprovechamiento del excedente económico generado de su propia actividad productiva, sino en el usufructo de la renta internacional.

Tercero, el hecho de que el Estado venezolano sea el receptor primario de esa renta internacional, le ha permitido un nivel de autonomía fiscal relativamente alto. La renta permitió desvincular la cuantía de los ingresos fiscales de la respectiva recaudación tributaria interna, por lo cual el Estado venezolano obtiene importantes ingresos sin necesidad de presionar tributariamente a los sectores privados. Por otro parte, la renta también ha condicionado los niveles de gasto público y de endeudamiento público, haciendo menos exigentes los requeridos equilibrios presupuestarios a los que está sometido cualquier gobierno moderno.

Como cuarto aspecto a destacar, la renta en manos del Estado fue fundamental para redistribuir  recursos hacia el sostenimiento del proceso de acumulación de capital, del necesario ritmo de inversión para el crecimiento económico de largo plazo. También se produjo una redistribución de la renta entre los diferentes estamentos de la sociedad que coadyuvó en el incremento sostenido de los niveles de ingreso y de calidad de vida de la población. Este crecimiento económico y de los niveles de bienestar se logró, como lo apunta el propio Baptista: “…en unas condiciones históricas muy concretas cuando el crecimiento de la productividad interna no era suficiente como para darle sustento a tal suerte de balance económico.”[2]

Una quinta particularidad del patrón de crecimiento capitalista-rentístico es que en la medida que se desarrolla, su apertura con el exterior se da en unos términos asimétricos. Se amplía sobremanera por el lado de las importaciones, pues, al fin y al cabo la renta es capacidad para importar, mientras que se va restringiendo por el lado de las exportaciones de bienes y servicios diferentes al petróleo. Esta asimetría se vuelve más aguda en la medida que se han privilegiado políticas dirigidas a mantener el tipo de cambio sobrevaluado, para el sostenimiento del flujo de importaciones baratas con cargo a la renta petrolera.

Como sexta característica, muy relacionada con la anterior, a las necesidades de servicios para la producción y comercialización de los bienes producidos nacionalmente, se le va a sumar, y de forma relevante, los requerimientos de servicios comerciales, financieros, de transporte, para atender el cuantioso flujo de bienes importados. Por esta razón, se produjo un crecimiento exacerbado del sector de servicios (medido en términos de su proporción en el PIB).

Sobre este contexto han actuado las fuerzas productivas del país, los diferentes gobiernos han implementado diferentes medidas de política económica y han redistribuido la renta conforme al vaivén de planes, programas y proyectos de desarrollo económico y social. Los diferentes gobiernos han atendido los diversos reclamos sociales de participación en la renta petrolera teniendo de trasfondo diversas visiones políticas e ideológicas, las cuales se han basado en percepciones muy particulares acerca de la justicia social distributiva.

No obstante, sobre este entorno van a aparecer, hacia finales de la década de los setenta, una serie de contradicciones, de desbalances que, a juicio de Baptista, se manifestarán en el colapso de la estructura capitalista-rentística o, en la dirección de investigadores que han analizado la economía venezolana con otros términos, en el colapso del modelo de crecimiento económico.[3] Una singularidad de dicho colapso económico es que no necesariamente se produce, en desmedro de lo que se pudiera pensar, por la caída de la renta. Paradójicamente, las causas y consecuencias del colapso económico se han hecho sentir incluso en los periodos de boom de ingresos petroleros experimentados en las décadas posteriores a los años setenta. Cuando nos referimos a los desequilibrios macroeconómicos estructurales, estamos apuntando a algunas de las causas y consecuencias de ese colapso. Pero el tratamiento de estos desequilibrios será materia de la próxima entrada.

[1] De la copiosa bibliografía de Asdrúbal Baptista sobre la economía venezolana, a los efectos de esta entrada y de las siguientes, hacemos uso de dos obras: “Teoría económica del capitalismo rentístico” (1997), Ediciones IESA, Caracas, y una compilación de algunos de sus trabajos relevantes en el libro intitulado “El relevo del capitalismo rentístico. Hacia un nuevo balance de poder” (2004), Ediciones de la Fundación Polar, Caracas.

[2] Baptista, Asdrúbal, “Tiempos de Mengua” (p. 83), en “El relevo del capitalismo rentístico. Hacia un nuevo balance de poder” (2006), Ediciones de la fundación Polar, Caracas.

[3] La más importante referencia, entre otras, en cuanto al análisis que diversos investigadores hacen del colapso de la economía venezolana, en torno a las décadas de finales de los años setenta y alcanzando los años ochenta y noventa del siglo pasado, lo constituye el libro: “Venezuela Before Chávez. Anatomy of a Economic Collapse” (2013), Editado por Ricardo Hausmann y Francisco Rodríguez, Penn State University Press.

* Para comentarios sobre esta entrada favor escribirme a: icovarr@ucla.edu.ve

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