DESIGUALDAD ECONÓMICA Y RENT-SEEKING EN EL SOCIALISMO DEL SIGLO XXI EN VENEZUELA

Es sabido que uno de los problemas más agudos que ha enfrentado la sociedad venezolana durante décadas ha sido la ineficiente distribución de la renta petrolera, de la cual se apropia y redistribuye el Estado como administrador del recurso energético en nombre de todos los venezolanos. La renta petrolera, derivada de las exportaciones de crudo, es una renta no producida, en el sentido que es el resultado del excedente que deja el diferencial entre el costo de producir el petróleo y su precio internacional, el cual se corresponde tanto con los determinantes de su oferta así como de su demanda en el mercado internacional, precio que está sometido a importantes fluctuaciones debido a diversos factores económicos, pero también geopolíticos, así como a la actuación cartelizada de las empresas petroleras que conforman la OPEP y de otros productores importantes No-OPEP, en particular los Estados Unidos y Rusia.

Al no tener un vínculo directo con el tejido económico-productivo del país, la renta petrolera ha sido re-distribuida fundamentalmente en forma de gasto público, subvenciones, subsidios, transferencias en efectivo o de otra modalidad dineraria de forma directa o indirecta y bajo otro tipo de mecanismos distributivos. La distribución de la renta ha dado pie durante más de medio siglo a políticas económicas fiscales, monetarias y cambiarias adaptadas especialmente al cumplimiento de objetivos de bienestar social, pero también al logro de propósitos políticos del grupo en el poder, lo cual ha derivado en políticas cortoplacistas, ineficaces para alcanzar metas sociales de largo plazo y sostenibles.

Otra consecuencia de la distribución de la renta petrolera por parte del Estado ha sido la aparición del rent-seeking. Los cazadores de renta, conformados por grupos de poder económico y político, se las ingenian para capturar por diversas vías y mediante diversos mecanismos la renta petrolera, sea de forma directa o indirecta. Los mecanismos que utilizan les sirven para ejercer influencia en la promulgación y ejecución de regulaciones y leyes impositivas que favorezcan sus actividades económicas y financieras rentistas. También tienen influencia en el diseño e instrumentación de políticas fiscales, monetarias y cambiarias, abriendo un espacio para realizar actividades económicas espurias que, no teniendo mucho peso en la economía real, sí son efectivas para lograr una importante captura de la renta.

Sobre este contexto de una economía altamente dependiente de la renta petrolera, que además es susceptible de ser capturada por grupos económicos y políticos, se va a realizar un muy breve análisis acerca de cuál ha sido el impacto distributivo de dicha renta durante la vigencia, desde 1999, del  gobierno del socialismo del siglo XXI, régimen que en teoría debe haber aplicado políticas cónsonas con una visión de equidad y de justicia social. De inicio digamos que el gobierno del socialismo del siglo XXI ha contado por espacio de dos décadas con los mecanismos constitucionales y de otra índole jurídica para lograr tal propósito. Digamos también que disfrutó por un amplio periodo de un boom de precios del petróleo durante alrededor de una década, lo cual supuso disponer de una enorme renta petrolera, para el tamaño de la economía venezolana, que en términos acumulados se estima ha sido de aproximadamente un billón de dólares en los últimos veinte años.

En rigor lo que se va a hacer es un ejercicio muy sencillo. Se trata de determinar si la política re-distributiva del gobierno del socialismo del siglo XXI ha favorecido a los más pobres y necesitados de la sociedad venezolana o si, por el contrario se ha inclinado por potenciar la riqueza de los más ricos. Para hacer la respectiva estimación vamos a tomar los datos que sobre la distribución del ingreso, una medida de la desigualdad económica, suministra para un gran número de países el Global Inequality Resource  del Proyecto Internacional de Investigación y Educación en Economía COREECON. Los datos pertinentes para cada país reflejan la distribución del ingreso real, medido en dólares PPA del 2005, por deciles de hogares con un determinado ingreso promedio, es decir, desde el 10% de hogares más pobres (D1), los siguientes deciles, hasta el 10% de hogares más ricos (D10), cubriendo el periodo 1980-2014.

El Gráfico más abajo muestra que la brecha de ingresos entre los hogares más pobres (D1) y los hogares más ricos (D10) de Venezuela era de 23,2 veces (D10/D1) en 1980, mientras que en 1998, último año de la democracia de la cuarta república, esa ratio había ascendido hasta 26,4. No obstante, es durante la vigencia del socialismo del siglo XXI donde dicha brecha se ha ampliado más y era de 32 veces de diferencia en 2014, alcanzando un pico en el 2010 de 35,2 veces. Hagamos un ejercicio hipotético suponiendo que solo existen estos dos grupos sociales y que captan su ingreso exclusivamente de la distribución que hace el Estado de la renta percibida. Se asume que estos ingresos se corresponden con su respectiva captura de renta. Si se mantiene la brecha de ingreso, si los ricos reciben 32 veces más ingreso que los pobres, de cada 100 dólares distribuidos el  hogar rico capturaría 96 dólares de ingreso, mientras que el hogar pobre capturaría solo 3 dólares.

Curiosamente, como se observa en el Gráfico, a pesar que la brecha de ingreso entre los deciles de hogares pobres y el más rico no se acortó en el periodo considerado, al menos para el siguiente decil de hogares más pobres (D2) no desmejoró sustancialmente. En efecto, la diferencia que había en 1980 era de 16,1 veces, sufriendo un ligero incremento hasta 17,1 veces en 2014. Por su parte, la diferencia de ingresos entre el tercer decil de hogares pobres (D3) y el más rico prácticamente no se alteró, pues era de 12,1 veces en 1980 y continuaba siendo de 12,1 veces en 2014. Esto sucedió así porque al menos numéricamente la tasa de incremento de los ingresos de los deciles D2 y D3, e incluso de los siguientes deciles, creció a un ritmo bastante similar al incremento experimentado por los ingresos del decil más rico, de 9% promedio anual ajustado durante 1999-2014, lo cual supuso que el ingreso para este grupo se triplicara durante este periodo.

Evidentemente se trata de una simplificación de un problema complejo que tiene varios determinantes no analizados aquí. Por nombrar dos, los ricos obtienen ingresos directos e indirectos de varias fuentes, particularmente de sus propiedades en activos reales y financieros, más las ganancias y el rendimiento obtenido de otros capitales invertidos que no son fáciles de cuantificar. Se estima que una importante fuente de estos ingresos no cuantificables en los últimos tres lustros ha sido el acceso a dólares bajo un tipo de cambio controlado que sub-valoriza ampliamente el costo de obtenerlos a lo que sería un tipo de cambio real de equilibrio. Por su parte, el ingreso de los pobres no refleja las compensaciones que reciben vía gasto público, particularmente en salud, educación y servicios básicos, algo que tampoco es fácil de medir. Pero los números son concluyentes en lo que respecta a que, por lo menos hasta 2014, las políticas del socialismo del siglo XXI tuvieron como efecto ampliar la brecha de ingresos entre los más ricos y los más pobres de la sociedad venezolana, contraviniendo una de sus promesas fundamentales de generar una sociedad más equitativa.

Especular si acaso esta brecha puede haber disminuido a partir del 2014 es válido, pero probablemente se ensanchó más atendiendo a tres hechos puntuales. El primero, el Estado venezolano ha captado una menor renta petrolera tanto por efecto de la caída relativa de los precios internacionales del petróleo así como por la disminución de la producción de crudo, estimada en la pérdida paulatina de alrededor de un millón de barriles diarios desde 2013. El segundo, la situación de aguda recesión económica con alta inflación, de un año para acá convertida en hiperinflación, estimada en 1.300.000% anual para finales de 2018, situaciones que, huelga decirlo, perjudican más a los hogares pobres que a los ricos. El tercero, el mecanismo de compensación del ingreso de las familias pobres vía un mayor gasto púbico ha sufrido las consecuencias de las situaciones planteadas previamente, haciendo que el gasto público real se haya desplomado en el último quinquenio y su efecto sobre la demanda agregada para lograr una recuperación de la economía haya sido nulo.

En conclusión, en el gobierno del socialismo del siglo XXI los más pobres han visto como los ricos se hacían más ricos frente a ellos. Para los demás segmentos de hogares el cierre de la brecha de ingresos respecto a los más ricos tampoco se logró, pero al menos en este caso no desmejoró sustantivamente. Se deduce que los más pobres no solo son muy vulnerables a la volatilidad de la economía venezolana, sino también les está vedado contar con los mecanismos legales e institucionales que les garanticen captar una parte importante de la renta. Un mecanismo de estos sería que por vía constitucional las familias venezolanas recibieran directamente una parte de la renta petrolera sin tomar en cuenta el arbitraje del Estado en su distribución. Por lo pronto, las clases sociales más pudientes siguen contando con mecanismos para capturar una parte relevante de la renta petrolera, en especial los más ricos de la sociedad venezolana, los cuales deberían estar agradecidos con el gobierno del socialismo del siglo XXI.

Para observar el Gráfico acceda al siguiente enlace de mi Twitter: https://twitter.com/iscovarrubias/status/1065211297195851776

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