ETERNO RESPLANDOR DE UNA MENTE SIN RECUERDOS Y LA NEUROECONOMÍA

eterno resplandor de una mente En la novela Una sombra ya pronto serás (1990, Editorial Sudamericana), del escritor argentino Osvaldo Soriano, un personaje apuesta sus recuerdos cuando se queda sin dinero en un juego de cartas; si pierde la partida pierde el recuerdo. A veces me pregunto, de tocarme la disyuntiva de tener que elegir quedarme solo con algunos recuerdos de mi vida, ¿con cuáles me quedaría?, ¿cómo valoraría cada recuerdo? Creo que algunos recuerdos perdidos en algún recoveco de mi inconsciente no contarían para este inventario, aunque están divagando por allí, condicionando los trasuntos de mi vida. Creo también que los recuerdos elegidos no serían exactamente la experiencia vivida, serían, hasta cierto punto, imaginados, re-elaboraciones de mis vivencias.

La inquietante película del 2004 Eterno resplandor de una mente sin recuerdos (Eternal Sunshine of the Spotless Mind) dirigida por Michel Gondry y estelarizada por Jim Carrey y Kate Winslet, desarrolla un argumento que se pasea por estas interrogantes, por estas presunciones. ¿Qué sucedería si tenemos la posibilidad de borrar algunos de nuestros recuerdos? Joel y Clementine se conocen en un tren, pero ninguno de los dos sabe que en realidad ya se conocían de un tiempo anterior. Habían sostenido una apasionada y conflictiva relación que los llevó, primero a la impulsiva Clementine y luego a Joel, a acudir a una empresa especializada en borrar recuerdos. Clementine parece haber borrado completamente de su memoria a Joel, pero es una apariencia, en lo muy profundo, su memoria sigue evocando su vivencias junto a él. Por su parte, Joel, en el mismo momento en que está siendo sometido al proceso de borrado de sus recuerdos de Clementine, se arrepiente, e intenta por todos los medios detenerlo. El film discurre por los dilemas que plantea tener la potestad de anular, literalmente, a una persona de nuestra vida, a la vez que propone interesantes reflexiones acerca de la complejidad de las relaciones humanas.

¿Qué tiene que ver todo esto con la economía? En principio, el simple hecho de que exista una clínica con el servicio de borrado de recuerdos: la oferta; que atiende clientes con la necesidad o el deseo de borrar algunos de sus recuerdos: la demanda, nos pone ante un hecho económico conocido: la existencia de un mercado para un bien o servicio. Por absurdo que parezca, no creo que la película ande desencaminada al plantear la posibilidad de que en un futuro alguna empresa ofrezca este tipo de servicio; tampoco es descabellado pensar que existirán personas dispuestas a pagar por anularse ciertos recuerdos. En uno de los programas de la serie de TV Redes, dirigida por Eduard Punset, llamado Manipular el cerebro, se especula sobre esta posibilidad. En un futuro una persona podrá cambiar a conveniencia su comportamiento sometiéndose a un tratamiento de modificación de su actividad cerebral. Los tratamientos serán algunos de los ya conocidos en el presente (perfeccionados): suministro de fármacos e intervención de cirugía, pero especialmente se utilizará una nueva técnica neurológica, no invasiva, que apenas se vislumbra en su potencial médico: la “estimulación magnética transcraneal”.1

Resta saber es cuándo esta “idea de negocio” será completamente factible desde el punto de vista científico y técnico y si resultará rentable financieramente. La factibilidad científico-técnica descansa en gran parte en los adelantos que van logrando las neurociencias, varias disciplinas que llevan el liderazgo en las investigaciones relacionadas con el funcionamiento del cerebro. Nuestro cerebro tiene una enorme plasticidad, no es inmutable y es moldeado por el entorno. A partir de allí, los neurocientíficos intentan conocer cada vez más acerca de sus respuestas ante diferentes estímulos del entorno. Para ello utilizan resonancias magnéticas y programas informáticos que revelan, en imágenes, en electroencefalogramas, la activación y desactivación de las redes neuronales, las señales ocultas en las regiones cerebrales.

Un campo particularmente prometedor ha sido la investigación alrededor de cómo funciona el cerebro cuando las personas toman decisiones económicas: comprar, negociar, invertir. Y es en este ámbito donde se ha incorporado, en los últimos años, una nueva disciplina de la ciencia económica: la neuroeconomía. Con el apoyo de las neurociencias y de una disciplina afín, la economía conductual, mediante el uso de sofisticados modelos matemáticos, como los empleados en teoría de juegos, y el diseño de experimentos, la neuroeconomía intenta comprender las bases neurológicas y sicológicas que subyacen en las decisiones económicas.

La neuroeconomía parte de la misma premisa básica de la economía conductual: más allá de lo que señala la teoría económica convencional, los agentes no son completamente racionales a la hora de tomar decisiones que afectan su bienestar, sus ingresos, sus inversiones. No son robots programados que poseen toda la información disponible, ni pueden realizar cálculos perfectos sobre todos los costos y beneficios implicados en las decisiones que buscan maximizar la utilidad o el beneficio. Estas decisiones son influenciadas por sesgos cognitivos e incluso por sus emociones.2

Creo que la neuroeconomía se comprende un poco mejor describiendo algunas de las investigaciones llevadas a cabo por los “neuroeconomistas”. Una de ellas se refiere a un experimento realizado con la finalidad de saber cómo enfrenta el cerebro las decisiones que suponen situaciones ambiguas, aquellas donde no se conocen las probabilidades de ocurrencia y la información pertinente es incompleta. Los resultados revelaron que los problemas de decisión donde las probabilidades están claras, no se procesan en las mismas regiones del cerebro donde se procesan los problemas inciertos. Este tipo de investigación arroja una nueva perspectiva de análisis acerca de cómo actúan los individuos frente al riesgo y la incertidumbre y puede iluminar aspectos hasta ahora desconocidos sobre las decisiones tomadas en situaciones reales de turbulencia de los mercados financieros o de crisis financiera.

En otro experimento, dos jugadores A y B tienen que decidir cómo repartirse 10 dólares. A hace una oferta a B y éste puede aceptarla o rechazarla. Si la acepta, se reparten el dinero acordado, si la rechaza, ninguno de los dos recibe nada. La racionalidad económica dice que por mínimo que sea el ofrecimiento de A, el jugador B tendría que aceptarlo, pues estaría en una situación monetaria mejor que antes, algo es mejor que nada. Pero el caso es que, al menos experimentalmente,  ofrecimientos por debajo de los tres dólares eran rechazados por B, prefiriendo penalizar al jugador A. Cuando B aceptaba, las imágenes revelaban la activación de una región cerebral asociada con el pensamiento deliberativo; cuando rechazaba, se activaba la ínsula, ubicada en la región cerebral relacionada con emociones de “conflicto” y “disgusto”, la cual terminaba por imponerse sobre la otra región cerebral activada, la del pensamiento deliberativo.

Otras investigaciones dignas de mencionar están relacionadas con el llamado neuromarketing. Aunque, en estricto sentido, no forma parte de la neuroeconomía, esta disciplina también explora la actividad cerebral manifestada frente a determinados estímulos, en este caso, cuando las personas reciben publicidad. Aparentemente, es factible influir en las decisiones de compra de los consumidores a través del neuromarketing, por lo que cada día son más las compañías de clase mundial dispuestas a invertir en sus estudios y aplicaciones. Uno de estos estudios originó el libro Compradicción (2008, Editorial Norma) de Martin Lindstrom. Este gurú de la publicidad a nivel global se asoció con neurocientíficos para indagar sobre la actividad cerebral generada en personas sometidas, mediante experimentos controlados, a mensajes publicitarios directos e indirectos. El interés del estudio radicaba en comprender un poco mejor los mecanismos neurológicos que impulsan a los consumidores a comprar determinados productos y a rechazar o desdeñar otros.

Los resultados mostraron que ciertas imágenes publicitarias activan una región cerebral donde se ubica el núcleo accumbens, un conjunto de redes neuronales responsables de sensaciones y emociones como la gratificación anticipada y la inmediata, donde también se localiza el “punto del ansia”, vinculado con las adicciones. Un descubrimiento interesante de este estudio se refiere a lo que sucede en el cerebro cuando las personas se enfrentan a la decisión de comprar un artículo de una marca de lujo. El caso es que se activan dos regiones simultáneamente: la de la gratificación anticipada y el cíngulo anterior, asociada a la resolución de conflictos. El cerebro del individuo manifiesta el placer que le proporcionaría tener el artículo, pero también reacciona planteándole el “conflicto” que supone su alto precio. Si los consumidores observan los mismos artículos con un significativo “descuento” la señal de conflicto disminuye, la cual termina dominada por la de gratificación anticipada.

Sería interesante averiguar el tipo de respuestas del cerebro si los grupos de control del experimento se dividen por género: hombres y mujeres. Yo tengo una presunción de cuál es el género en el que las neuronas de conflicto bajan la guardia primero. Pero mejor me la guardo para mí, no vaya a ser que mi mujer se disguste cuando lea esta entrada.


1 Aunque esto sea simple especulación futurista, me pone a pensar que si hace un siglo atrás a una persona le hubieran dicho que en un futuro mujeres y hombres se implantarían senos y glúteos artificiales, probablemente se habría reído de la incredulidad. El programa mencionado se puede ver accediendo al siguiente enlace: http://www.redesparalaciencia.com/58/redes/redes-1-manipular-el-cerebro

2 Dos introducciones a lo que es la neuroeconomía y la economía conductual, la proporcionan dos artículos escritos por destacados investigadores de estas disciplinas, a los cuales se puede acceder en los siguientes enlaces: http://www.hss.caltech.edu/~camerer/JELfinal.pdf  y   http://authors.library.caltech.edu/22029/1/ribe239%5B1%5D.pdf

        osvaldo-soriano-una-sombra-ya-pronto-seras_MLA-F-3985689379_032013        Compradicción

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