EVO MORALES SCHOOL OF ECONOMICS

Dedicado a mis estudiantes de Ingeniería Económica I

En su visita a Caracas para conmemorar los cuatro años de la muerte de Hugo Chávez, el presidente de Bolivia Evo Morales señaló que Chávez enseñó a los países latinoamericanos a perder el miedo al imperio. Esta declaración tiener algún valor según se mire y se tengan simpatías hacia los movimientos políticos izquierdistas que desde finales del siglo XX e inicios del siglo XXI accedieron al poder en Suramérica, implementando políticas basadas en un modelo de desarrollo diferente, enfocadas en lograr una mayor inclusión social y una mejor distribución del ingreso. La declaración de Morales refrenda los obstáculos a los que se enfrentan estos movimientos al seguir una vía alternativa al desarrollo, una que no cuenta con la aquiescencia de algunos poderes fácticos del mundo, llámense Estados Unidos u organismos multilaterales como el FMI o la OMC.

No obstante, en los hechos se  ha impuesto una vuelta de tuerca de estos movimientos izquierdistas, los cuales comienzan a abandonar el poder ante alternativas políticas más ubicadas en el espectro de las centroizquierda o centroderecha. Cabe preguntarse entonces si acaso la declaración de Morales no sea otra cosa que el resultado de no tener nada más que decir de Chávez y su revolución bolivariana, visto el fracaso  económico del chavismo en el poder. En efecto, con una severa recesión golpeando a la economía durante tres años, altas tasas de inflación, alto nivel de endeudamiento interno y externo, lo cual ha causado un enorme déficit fiscal,  un manejo desastroso de la política cambiaria que ha conducido al desplome de las reservas internacionales, resulta cuesta arriba encontrar algún aspecto positivo de las políticas implementadas, visto además que sus consecuencias han sido un agudo desabastecimiento de bienes y servicios, la desaparición de una porción importante del aparato productivo y la pérdida significativa del poder adquisitivo de los trabajadores (en términos del salario real), por nombrar los problemas más relevantes.

Paradójicamente, quien sí tiene algo que enseñarles a los revolucionarios en el gobierno venezolano es precisamente Evo Morales. Y esta enseñanza no es un asunto de tipo ideológico sino más bien en lo referente a la conducción de la política económica, signada por medidas que han mantenido el equilibrio macroeconómico y el crecimiento de Bolivia durante una década. Aunque no se trata de un “milagro económico”, se puede poner en contexto el éxito de la estabilización y del crecimiento analizando un conjunto de cifras relevantes durante el periodo en que ha gobernado Evo Morales (2006-2016): variación del PIB, tasa de inflación, deuda pública externa como porcentaje del PIB, nivel de las reservas internacionales y la variación del tipo de cambio. Las estadísticas son tomadas tal cual las hacen públicas el Banco Central de Bolivia y el FMI, aplicando cálculos propios estándar para las estimaciones de las tasas promedio ajustadas.

En este sentido, el PIB pasó de ser 11.520 millones de USD en 2006 a representar 35.231 millones de USD en 2016, lo cual supone que se triplicó, a la par que experimentó una tasa de crecimiento promedio ajustada para el periodo de 5,06% anual. Se estima que en 2016 la tasa de crecimiento fue de 4,5% y se espera ralentice un poco en 2017 y solo alcance 3,6-3,9%. Con respecto a la tasa de inflación, la misma se ha situado por debajo de un 5% para cinco del total de los años considerados y entre 5-7% para cinco años más. El único año en que dicha tasa se desbordó un poco fue en 2008, alcanzando la cifra de 14,0%. La tasa de inflación para el año 2016 fue de 4,9% y se estima alcance un valor un poco menor para el 2017 (3,5-4,5%). Cuando se revisan las cifras de la expansión de la base monetaria, se revela que la misma se ha incrementado a un ritmo que explicaría en parte las bajas tasas de inflación exhibidas por la economía boliviana.

La deuda externa como porcentaje del PIB revela que en 2006 dicha ratio se situaba en 28,2% para luego disminuir de forma constante hasta 2014, año en el que se sitúa en 14,5%. En los años sucesivos volverá a aumentar, pero a una tasa moderada, situándose en 19,1% en el 2015 y un estimado de 20,0% en el 2016. En el caso de las reservas internacionales, mientras en el 2006 eran de 3.126 millones de USD, éstas prácticamente se quintuplicaron y alcanzaron un máximo de 15.123 millones de USD en 2014, luego retrocedieron en 2015 (13.056 millones de USD) y en 2016, cuando reflejaron un valor al final de primer semestre de 11.609 millones de USD. Aún con esta disminución, las reservas internacionales de Bolivia representaron alrededor de un tercio de su PIB en 2016. El tipo de cambio oficial, que es fijo, acompañado de un mercado paralelo, se ha mantenido estable en los últimos años en el promedio de 6,90-6,96 bolivianos por dólar, muy similar al valor del tipo de cambio paralelo, por lo cual la brecha cambiaria existente es mínima.

El impacto que ha tenido para los bolivianos esta estabilidad económica acompañada de crecimiento se ha hecho sentir en el aumento del ingreso por habitante, el cual pasó de ser 1.240 USD en 2006 a representar 3.280 USD en 2016, según datos del FMI, incrementándose un poco más de dos veces y media en el periodo considerado. Pero donde se ha obtenido el mayor éxito es en la reducción de la pobreza. En efecto, mientras la tasa de pobreza general se redujo de 63,9% (2004) a 32,7% (2013), la pobreza extrema bajó de 34,7% (2004) a 16,8% (2013), según datos de la CEPAL. Si bien desde el 2013 no se producen mejoras en los indicadores de pobreza, producto en parte de la reducción del gasto social por la caída de los ingresos fiscales, la estabilidad económica garantiza que estas tasas no vuelvan a los altos niveles exhibidos antes del gobierno de Morales.

Esta estabilidad macroeconómica ciertamente se favoreció del boom de ingresos de las exportaciones bolivianas de materias primas, principalmente gas y en menor medida minerales y soya, debido al incremento de sus precios internacionales por espacio de una década. Sin embargo, la economía también se ha visto afectada por la caída de esos ingresos, causada por la baja de los precios desde 2014. Es por ello que se observa una disminución más o menos acentuada de las reservas internacionales, mucho más porque Bolivia no cuenta con un fondo de ahorro macroeconómico, y se ha vuelto a incrementar el endeudamiento externo, aunque de forma relativamente baja.

Estos resultados y este escenario contrasta con lo ocurrido en el caso de la economía venezolana. Al igual que Bolivia, Venezuela disfrutó de un extraordinario boom de ingresos petroleros, producto de la subida del precio internacional del petróleo por espacio de una década. La cifra acumulada de estos ingresos, considerando el periodo 1999-2016, supuso que el país recibiera alrededor de 900.000 millones de USD. La alta tasa de pobreza existente en 1998, año previo al ascenso de Chávez al poder,  la cual afectaba al 46,5% de la población, disminuyó significativamente en los años subsiguientes, en la medida que parte de esos ingresos lograron redistribuirse entre los estratos socioeconómicos más necesitados y excluidos, bajando la proporción de pobres y pobres extremos hasta 21,2% en el segundo semestre del 2012, según datos del INE.  Sin embargo, a diferencia de Bolivia, los desequilibrios macroeconómicos, resultado de malas políticas, se incubaron en la economía venezolana incluso antes que los precios del petróleo descendieran. Por esta razón, el impacto de la debacle de los ingresos ha sido agudizar dichos desequilibrios y empobrecer a la población.

La crisis económica de los últimos tres años ha supuesto la caída en un 40% del poder adquisitivo del trabajador venezolano y ha traído un incremento sustancial de la tasa de pobreza, la cual ha revertido completamente su disminución, alcanzando incluso niveles más altos a los existentes en 1998. Al respecto, un estudio denominado Encuesta de condiciones de vida (Encovi), realizado por investigadores de la Universidad Católica Andrés Bello, Universidad Simón Bolívar y Universidad Central de Venezuela, estima que al cierre de 2016 la proporción de pobres y pobres extremos escaló hasta el nivel de 82% de la población, casi el doble del nivel existente en 1998.

Volviendo al caso de Bolivia, como ya se dijo, no se trata de un “milagro económico”, pues para éste manifestarse debería reflejarse en la mejora de otros indicadores sociales e institucionales que corroboren una avanzada sostenida hacia el desarrollo económico y social. A pesar de su reducción, la pobreza todavía afecta a uno de cada tres bolivianos y la atávica desigualdad económica sigue presente, como lo refleja el alto coeficiente Gini, el cual se ubicó, según datos de la CEPAL, en 0,49 en 2013. Por su parte, el sistema sanitario sigue siendo muy deficiente y cerca de 850.000 niños trabajan en condiciones precarias en la minería, la agricultura y el comercio informal. Problemas institucionales como la falta de independencia del poder judicial y la corrupción en realidad se han agudizado. Por otra parte,  Bolivia no ha logrado diversificarse productivamente y depende sobremanera de sus exportaciones de materias primas, las cuales representan alrededor del 85% de las exportaciones totales. Esta situación somete al gobierno a fuertes presiones fiscales, al enfrentar la volatilidad macroeconómica cuando los precios de los comodities caen abruptamente debido a shocks externos, como ha ocurrido en los últimos tres años.

Sin embargo, más allá de los obstáculos, la Bolivia de Evo Morales es un país económicamente más estable del existente cuando el presidente indígena llegó al poder. Sus logros son incuestionables y contrasta con la crisis económica desatada en Venezuela en los últimos tres años, reflejada en agudos desequilibrios macroeconómicos, pérdida significativa del poder adquisitivo y aumento abrupto de la pobreza. La próxima vez que Evo Morales visite Venezuela, antes que apelar en sus declaraciones a la retórica anti-imperialista de siempre, debería proponerle al gobierno venezolano dar, junto con su bien formado ministro de economía y finanzas Luis Alberto Arce, un curso a los ministros del área económica, unas clases express de macroeconomía y política económica, las cuales necesitan aprender con urgencia. Se trataría ni más ni menos de una “Evo Morales School of Economics”.

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