LA REVOLUCIÓN BOLIVARIANA SI TIENE QUIEN LE ESCRIBA (y III)

En la entrega anterior: LA  REVOLUCIÓN BOLIVARIANA SI TIENE QUIEN LE ESCRIBA (II), se señalaba que los hechos económicos pueden corroborar si uno de los legados de Chávez en el poder fue la disminución de la pobreza en Venezuela. Los datos del INE[1] respecto a la tasa de pobreza (sumando pobreza extrema y no extrema, medida según el método de la línea de ingreso) para el periodo 1998-2012, no dejan lugar a dudas de que se ha producido una significativa reducción de la pobreza en el país.

Como los datos dejan en claro, en 1998 la tasa de pobreza rondaba el 49%; una vez que Chávez asume el poder esta tasa comienza a descender, aumenta en los años 2002 y 2003, para luego disminuir significativamente hasta 27,5% en 2007, alcanzar un mínimo de 26,4% en  2009 y mantenerse en torno al 27% los años siguientes hasta el 2012. Por su parte, si se toma en cuenta la disminución de la tasa de pobreza medida por el método de necesidades básicas insatisfechas (NBI), las cifras del INE reflejan una caída desde 28,9% en 1998, hasta 21,2% en 2011.

Cabe preguntarse si los datos de disminución de la pobreza por línea de ingreso fueron acompañados por una disminución de la desigualdad y una mejora de la distribución del ingreso. La respuesta es afirmativa. Según datos del INE, el Índice Gini (IG) de 1997 fue de 0,487, mientras que en el 2011 había disminuido hasta 0,390. Los dos quintiles de la población de menores ingresos (40%) recibieron en 1997 12,3% del ingreso total, mientras que en 2011 recibieron 16,3%. Adicionalmente, Asdrúbal Baptista ha señalado que si se mide la desigualdad de los ingresos tomando en cuenta sólo sueldos y salarios, excluyendo otros ingresos, el mismo mejora mucho más, pues desde 1975 y hasta 2005 dicha desigualdad, medida por IG, se situó en torno a 0,40-0,43, para luego disminuir drásticamente hasta 0,25 en el 2011.[2]

Más allá de corroborar la disminución de la pobreza y la mejora relativa de la distribución de los ingresos, con sus altibajos hasta 2005 y ya luego de forma marcada a partir de 2006, durante los dos gobiernos en que ejerció el poder el presidente Chávez, los datos se prestan para añadir algunos comentarios.

Una primera observación es que la reducción de la pobreza como una política insoslayable se insertó muy rápidamente dentro del accionar del modelo redistributivo y de inclusión social planteado por la revolución bolivariana desde sus inicios. Una segunda observación es que para esta política el gobierno bolivariano ha contado, sobre todo desde el 2005 en adelante, con la circunstancia favorable de alto precios del petróleo en el mercado mundial, lo que ha significado contar con una gran cantidad de ingresos para canalizar hacia las políticas contra la pobreza y otras políticas sociales complementarias.

Un tercer comentario surge de corroborar que más allá de constituir la reducción de la pobreza uno de los objetivos centrales de la revolución bolivariana, lo cierto es que tal objetivo también se impregnó de fines políticos. En efecto, si observamos la reducción de la pobreza en los dos años electorales donde Chávez salió reelegido: 2006 y 2012, se observa que la caída de la pobreza en esos años fue pronunciada respecto al año inmediatamente anterior: de 42,4% en el 2005 bajó a 33,1% en el 2006 y de 27,1% en el 2011 bajó a 21,2% en el segundo semestre del 2012 (datos del INE).

Un cuarto aspecto a destacar se refiere a que la disminución de la tasa de pobreza  ha sido más el resultado de las políticas sociales complementarias al ingreso, como subsidios a los alimentos, a los servicios de salud y de transporte, que debido a aumentos del ingreso real, es decir, al incremento del poder adquisitivo de los ingresos de los pobres. Para corroborarlo, se puede indicar que la capacidad de compra del salario mínimo se ha reducido marcadamente en términos de las canastas alimentarias que ese salario mínimo puede comprar. Si en el 2000 el salario mínimo compraba cerca de 2 canastas alimentarias, en el 2012 el salario mínimo alcanzó para comprar apenas una canasta alimentaria.

Por lo demás, las tasas de inflación por arriba de un dígito que ha sufrido la economía venezolana en los últimos 25 años están detrás de la explicación del deterioro del salario mínimo real, que al ser los pobres los que lo perciben en su gran mayoría son los más afectados por la pérdida del poder adquisitivo de sus ingresos.

Una quinta observación se relaciona con el hecho de que la disminución de la pobreza no ha estado acompañada ni con un aumento de la productividad que se refleje en el incremento de los salarios reales, ni con una expansión del aparato productivo privado, que implique un incremento apreciable del nivel de empleo formal del sector privado. La creación de empleo ha descansado sobre todo en la ampliación del aparato burocrático del Estado. Por poner un ejemplo, la estatal petrolera, PDVSA, pasó de tener 40.000 empleados en el 2002 a tener una nómina de 100.000 trabajadores en 2012, sin que se haya producido un incremento apreciable de la producción petrolera; por el contrario, la capacidad de producción de petróleo de PDVSA se ha reducido en aproximadamente un millón de barriles diarios.

Una sexta acotación guarda relación con el hecho de que a diferencia de programas sociales pro-pobres de transferencias de efectivo condicionadas, como los implementados en Brasil y México, el tipo de ayudas monetarias que se le otorga a la población de menores ingresos en Venezuela no depende de ninguna condición que signifique un incentivo para la familia pobre por recibir ese ingreso complementario. En este sentido, las transferencias se caracterizan por un muy bajo monitoreo y control, lo cual impide evaluar su efectividad y alcance, además de ser un sistema administrativo poco transparente.

Un séptimo y último comentario se refiere a que a partir del 2007 la tasa de pobreza se ha estancado en torno a un 27%, salvo por su reducción en el segundo semestre del 2012, como resultado del mayor gasto social volcado en el año electoral. Este estancamiento puede tener relación con el hecho de que por la falta de control y monitoreo el gasto social que se dirige a los pobres ha venido perdiendo efectividad; en otras palabras, cada bolívar adicional de gasto social tiene cada vez más un menor efecto multiplicador.

Por las siete razones expuestas, en un hipotético escenario económico de caída de los precios del petróleo o en un escenario ya presente de persistencia de tasas de inflación por arriba de un dígito y de inestabilidad macroeconómica, o en un escenario donde se combinen los dos mencionados, surge la pregunta ¿Es sostenible la reducción de la tasa de pobreza en Venezuela? Desde mi punto de vista la respuesta es negativa. La reducción de la pobreza en Venezuela no será posible de manera permanente si sigue siendo dependiente de un gasto social no condicionado, que a su vez depende de un hecho exógeno como lo es el comportamiento de los precios del petróleo, o si sigue supeditado a políticas que no atacan la pobreza estructural desde sus causas fundamentales.

Paradójicamente, el gobierno revolucionario ha tenido los recursos para instrumentar políticas que verdaderamente reduzcan la pobreza de manera sostenible, pero se ha decantado por unas políticas que han significado salidas de corto plazo, que no son sostenibles en el largo plazo. De cara al futuro, cabe reflexionar sobre si con un hipotético triunfo del partido de gobierno en las próximas elecciones presidenciales, la persistencia del modelo político y económico que llevan adelante tendrá el fuelle suficiente para no naufragar y no convertir la promesa de redención social que encumbró a Chávez al poder en otro proyecto político fallido, que dejará a su paso una estela de buenas intenciones, pero con muy pocos resultados efectivos.

 

 

 

 

Esta entrada fue publicada en Sin categoría. Guarda el enlace permanente.

Una respuesta a LA REVOLUCIÓN BOLIVARIANA SI TIENE QUIEN LE ESCRIBA (y III)

  1. JC dijo:

    Magnífico análisis: por la importancia del tema (el objetivo básico de la política económica bolivariana y los costes derivados que habrá que pagar en el futuro), por la claridad con que se explica y por la limpieza del discurso. Supongo que en medio del apasionado ambiente electoral te habrá resultado difícil esa asepsia. Además sabiendo que a ti, parafraseando a Unamuno, te duele Venezuela.

    Ahora quedan planteadas las dos preguntas claves:

    Primera ¿Cuando? ¿Cuanto tiempo más se podrá mantener la misma política? ¿Cuando empezarán los ajustes? Creo que muy pronto porque ya no quedan recursos.

    Segunda ¿Cómo? ¿Que medidas fiscales y monetarias se aplicarán? ¿Se reducirán drásticamente las subvenciones y el presupuesto de las misiones? ¿O se intentará un salto adelante hacia el socialismo mediante privatizaciones, controles del mercado y planificación económica?

Deja un comentario