LA RIQUEZA DE JEFF BEZOS Y EL PIB DE VENEZUELA (APUNTES PARA LA RECONSTRUCCIÓN I)

Jeff Bezos, propietario y CEO de Amazon y de otras empresas del ramo editorial es, según Forbes, el hombre más rico del mundo, con una fortuna estimada en 124,7 mil millones de dólares a principios de este año. Bezos tiene tanto dinero que si él fuera un país su riqueza convertida en su PIB sería mayor que el respectivo de algunos países asiáticos, africanos y latinoamericanos. Bezos y su mujer, Mackenzie, han anunciado que se divorcian y probablemente la riqueza del magnate se reducirá a la mitad, hasta 62,4 mil millones de dólares, si el divorcio es justo y el valor de sus propiedades y acciones se mantiene constante. Por su parte, según estimaciones del FMI, el PIB de Venezuela a precios actuales en dólares estadounidenses (USD), se ha reducido desde 222,4 mil millones de USD en 2014 hasta 96,3 mil millones de USD en 2018, una reducción de un poco más de la mitad, de 55%.

Hagamos el siguiente ejercicio, suponiendo que el capital de Bezos se reduce a la mitad y tomando el hecho cierto que el PIB de Venezuela es ahora 50% menor ¿qué tasa de crecimiento necesitan para recuperarse en cinco años? Dicho de otro modo equivalente ¿qué tasa de crecimiento necesitan para doblar el respectivo capital y PIB en cinco años? Para responder, hago la suposición que Bezos sigue trabajando duro para que sus empresas continúen siendo unas máquinas de hacer dinero. Por el lado de Venezuela asumo lo obvio, se da una transición política con elecciones presidenciales y el nuevo gobierno diseña y ejecuta una política económica para la reconstrucción muy distinta a la que nos ha llevado al actual colapso.

En números, para que se doble el capital de Bezos y el PIB de Venezuela en 5 años se necesita que los negocios de Bezos y la economía venezolana crezcan a una tasa promedio de 15% anual. ¿Es esto posible? El capital de Bezos de inicios del 2019 representa un valor que es 20% superior al valor que tenía un año antes, en 2018, de 104 mil millones de dólares. De manera que ya él sabe cómo hacer crecer su capital a altas tasas. En el caso de la economía venezolana, en 2004, según estimaciones del BCV, el PIB creció a una tasa de 18,3%, debido tanto al efecto rebote después de la caída del PIB en -7,8% del 2003, así como el impulso proveniente de la gran expansión del gasto público (14,2%) en un año marcado por la celebración del revocatorio presidencial. Luego este crecimiento se ralentizó, aunque alcanzó una tasa promedio de 9,7% anual en los siguientes tres años. En el último lustro el PIB solo ha decrecido.

Para la economía venezolana será casi imposible doblar su PIB en cinco años. Si flexibilizamos la meta y la llevamos hasta los diez años, la tasa de crecimiento promedio estimada, de 7% anual, es igualmente alta y representa el doble de las previsiones del crecimiento global, pero es más factible de lograr. En todo caso, habrá que tener un poco de paciencia para observar la efectiva recuperación de la economía del país. Independientemente de cuál sea la tasa de crecimiento, lograr tasas positivas requerirá una transformación del aparato productivo junto a cambios profundos en la aplicación de políticas fiscales, monetarias, cambiarias, de ingreso. Estas políticas deberán estimular la inversión doméstica, atraer inversión extranjera, aumentar y diversificar la producción manufacturera y agrícola, especialmente la de exportación. Deberán orientarse hacia la recuperación de la industria petrolera y de las empresas básicas y complementarse con políticas de inversión pública masiva en infraestructura y servicios básicos, en educación y en salud. Una tarea realmente titánica, aún contando con que se abran canales de financiamiento internacional para poder instrumentarlas.

La agenda de políticas para la reconstrucción del país, una suerte de Plan Marshall del siglo XXI para Venezuela, deberá prestar atención a dos objetivos generales. El primero, lograr estabilizar la economía en el corto y mediano plazo, esto es, reducir la tasa de inflación a menos de un dígito, la de desempleo a 4-5% y el déficit fiscal a 2-3% como porcentaje del PIB. Deberá re-estructurarse la deuda externa y mantener el tipo de cambio en equilibrio, entre otras metas. El segundo objetivo supone promover un crecimiento económico de largo plazo sostenido. Para alcanzar este segundo objetivo, las políticas microeconómicas son tan importantes como las macroeconómicas. Por ello, se deberán promover políticas que fomenten la competitividad y ayuden a mejorar el clima de negocios y de inversiones, propicien instituciones que hagan funcionar eficientemente a los mercados, estableciendo marcos regulatorios de calidad, que no distorsionen este funcionamiento. Por supuesto, esto no agota la agenda de políticas posibles, ni deja de considerar lo complejo que puede resultar instrumentarlas. En sucesivas entregas se irán desgranando estas y otras políticas con más detalle.

Desde otra perspectiva de los problemas de nuestra economía, se impone la necesidad de cambiar la percepción de que vivimos en un país rico porque contamos con importantes recursos naturales, lo cual ha nos ha llevado a tener una economía rentista-dependiente. En realidad no somos un país rico, al menos no lo hemos sido para administrar bien nuestra riqueza, como sí lo han hecho otros países, tanto algunos que poseen recursos naturales, así como otros que no. Este cambio de mentalidad debe venir de la mano de una educación transformada y contar con gobiernos eficientes que rescaten la importancia de la buena administración de los recursos. Hay no obstante un aspecto de este cambio que depende de cada individuo. Es un cambio donde me figuro que cada venezolano asume actitudes y valores como las que resumen estas palabras de Jeff Bezos: “Trabaja duro, diviértete, haz historia”.  Este es un consejo que, en relación a la contribución que cada uno de nosotros puede aportar a la reconstrucción del país, luce por demás apropiado.

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