LOS CAMBIOS EN EL MERCADO FINANCIERO Y UNA PELÍCULA FUTURISTA

Se me ha ocurrido un guión para una película futurista. Corre el año 2044 y el mercado financiero global es dominado por dos agentes que libran una dura batalla por el control de cada acción, cada instrumento financiero. Cada décima de punto de rentabilidad y de nivel de riesgo está en juego. Estos agentes son, por un lado, mil millones de inversionistas chinos y, por otro, media docena de robots que hacen el trabajo de tomar decisiones por los demás inversionistas. La volatilidad de las bolsas es grande, las burbujas especulativas están a la orden del día y las finanzas y la paz mundiales penden de un hilo. Los problemas se ponen más difíciles porque los robots logran modificar sin ser detectados sus algoritmos de decisión, convirtiéndose en depredadores del mercado, terminators financieros. Ello obliga a que los gobiernos occidentales y Wall Street decidan utilizar un ejército de monos entrenados como brokers, para neutralizar los ataques especulativos de los robots y de los inversionistas chinos. Pero no contaban con que surgiera un líder entre estos simios, con un plan capaz de alterar completamente el dominio del orden financiero y quizás del planeta.[1]

¿Le resulta algo extraño mi argumento? Pues a mí también, la verdad. Pero permítame que le cuente algo de algunos de los cambios que en la última década se han producido en el mundo financiero. Le contaré sobre dos disrupciones que tienen y tendrán consecuencias relevantes en el comportamiento de los mercados financieros en el futuro inmediato, en el corto, mediano y largo plazo. Una de estas disrupciones se centra en la emergencia de millones de pequeños inversionistas localizados en las bolsas chinas, por ahora. La otra disrupción se trata del uso de robots para la toma de decisiones financieras al servicio de los más importantes fondos de inversión, operando en las principales bolsas del mundo. También le cuento de un experimento donde se enseña a monos a utilizar el dinero. Sobre este experimento cabe una especulación imaginaria. Existe la probabilidad en un futuro de que los simios aprendan a manejar el dinero y a invertir en las bolsas de valores. Cuando termine de leer mi exposición, le propongo que vuelva al primer párrafo y relea mi guión para una película futurista, le aseguro que ya no le resultará tan extraño.

En la novela “Cambios” (2010, Seix Barral) del escritor chino Mo Yan, uno asiste a una ola de cambios personales en la vida del protagonista (un alter ego del propio Mo Yan) y de otros personajes que tienen como contexto, como fondo histórico, los impresionantes cambios de China a partir de finales de los años setenta, cuando inicia su viraje hacia una economía de mercado regida políticamente por un gobierno comunista. Mo Yan ejemplifica con su novela un espíritu disruptivo de casi todo orden, ocurrido en un parpadeo del tiempo de esta sociedad milenaria.

Y estos cambios se han acelerado de una manera vertiginosa y, sin duda, perturbadora. Una de estas disrupciones  se refiere a la dinámica de las bolsas de valores de China: Shangai y Shenzen. Operando apenas desde 1990, este mercado bursátil ya cuenta con alrededor de 100 millones de inversionistas, una cantidad superior a los 88 millones de miembros del partido comunista chino.[2] La mayoría de ellos son pequeños inversionistas, sostenidos en la promesa de que el mercado revalorizará de manera recurrente los activos. Aunque esta revalorización dependerá de complejas variables del entorno macroeconómico y del comportamiento de los propios mercados bursátiles, tanto los pequeños inversionistas así como el gobierno, que ha anunciado una “edad de oro” para estas inversiones, están convencidos que la tendencia al alza del mercado bursátil se mantendrá por décadas, a pesar de la ralentización evidente del crecimiento económico y del incremento de la alta volatilidad intrínseca de ese mercado.

En lo inmediato, las perturbaciones del mercado bursátil chino de enero del 2016 revelaron algo de las profundas consecuencias que tendría para las finanzas y la economía mundiales el hecho de que sus bolsas crezcan apuntaladas en millones de inversionistas inexpertos en finanzas y estén deficientemente reguladas por su gobierno. Por lo demás, el desconocimiento de las finanzas de los inversionistas chinos los lleva a cometer típicos sesgos cognitivos, especialmente en cuanto a la percepción del riesgo, como los señalados dentro del campo de las finanzas conductuales, donde se asume que la sicología del inversionista, sus emociones e intuiciones, se abren paso entre los intersticios de su comportamiento racional decisor.

La otra disrupción se refiere al cambio en la última década de la operatividad de los mercados financieros globales. Actualmente, 55% de las decisiones en Wall Street y cerca del 40% de las correspondientes a las bolsas europeas son tomadas por computadoras-robot, dotadas de software con complejos algoritmos y usando big data. Los más importantes fondos de inversiones globales utilizan estos robots. Los principales argumentos a favor de su uso son dos. El primero se relaciona con la ventaja de los robots de tomar decisiones en cuestión de milisegundos, de manera que su capacidad de reacción ante modificaciones en el comportamiento de los mercados bursátiles es inmediata. El segundo argumento tiene que ver con que los robots no sienten emociones, no se cansan o cambian de estado de ánimo y, por tanto, no cometen sesgos cognitivos, evitando errores de decisión a la que son propensos hasta los brokers más capacitados.

Al igual que en el caso de los millones de pequeños inversionistas chinos, las consecuencias a corto, mediano y largo plazo de la operación de los mercados financieros basada en robots o autómatas son impredecibles. Aunque en promedio los robots obtienen buenos resultados de rentabilidad para sus clientes, una crítica frecuente es que su rápida capacidad de reacción también implica una alta probabilidad de perturbar el mercado, de volverlo más volátil. De hecho, el 06 de mayo del 2010 un robot de un fondo de inversión vendió 75.000 contratos de futuro por valor de 4.100 millones de dólares sin que el movimiento fuera detectado rápidamente, provocando una incertidumbre entre los inversionistas que generó una caída repentina de la Bolsa de Nueva York de 1000 puntos (alrededor del 9% de baja) y  una alta inestabilidad del mercado por varios minutos, a partir de los cuales el Dow Jones comenzó a recuperarse. El punto es que la capacidad de comprensión de lo que estaba pasando y la consecuente reacción de los inversionistas “no robots” estuvo lejos de igualar la rapidez de la toma de decisiones de los autómatas.[3]

En un plano netamente especulativo, se ha dicho que los robots podrían desarrollar la capacidad de auto-programarse, con independencia de sus programadores y no siendo detectados por ellos. Podría surgir, pues, un grupo de robots pensantes que pudieran cooperar entre sí en función ya no de sus clientes sino de sus propios fines. Otra posibilidad es que en vez de cooperar compitan, desencadenando una guerra bursátil,  librando una lucha sin cuartel por la supremacía en el sistema financiero global.[4]

Por otra parte, desde hace varios años Laurie Santos y Keith Chen, de la Universidad de Yale, dirigen experimentos con monos capuchinos, consistentes en intentar hacerles entender nociones básicas de cómo funciona el dinero y cómo administrarlo. Los experimentos se basan en la entrega de dinero a los capuchinos para luego ofrecerles golosinas a cambio. Los capuchinos no solo comprendieron bien la lógica detrás del intercambio monetario, sino también parecieron comprender que se gasta más cuando suben los precios (menos golosinas por la misma cantidad de dinero).[5]

En otras pruebas, la primera consistía en que el investigador le enseñaba dos uvas al mono. Según una moneda cayera cara o sello se le entregaba una uva si el resultado era desfavorable para el mono y una adicional si el resultado era favorable. En la segunda prueba se le enseñaba dos uvas. Se le entregaba una uva si el resultado del lanzamiento era desfavorable y las dos si era favorable. En ambos casos recibía una uva si perdía, pero cierta intuición de aversión a las pérdidas hacía que el primate prefiriera participar en la primera prueba, donde se le mostraba una sola uva y con seguridad se la entregaban. Evitaba la segunda prueba porque la aversión a la pérdida se hacía manifiesta cuando le mostraban la segunda uva. Los investigadores señalan que estos resultados revelan que los simios del experimento muestran conductas racionales, así como algunas “irracionales” en su toma de decisiones financieras, de forma similar a como lo hacen en experimentos controlados las personas.

En conclusión, los cambios y disrupciones en los mercados financieros no han sido nunca completamente predecibles, pues siempre hay un amplio margen para especular sobre sus consecuencias, especialmente en el mediano y largo plazo. El sostenimiento de la estabilidad del sistema financiero global tiene una dimensión económica, pero, sin duda, también tiene una importante dimensión política y tecnológica. Si estas disrupciones pueden llegar a constituir un peligro, una amenaza, es porque sus implicaciones son de todo tipo, incluso éticas, sobre decisiones, libre albedrío, dominio y poder. Suficiente material para hacer un guión de una película futurista.

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[1]  Es fácil entrever que este guión futurista es tributario de películas como Yo, robot (2004) y El origen del planeta de los simios (2011). Es menos evidente su relación con una rara película llamada Pi, el orden del caos (1998), en la que un matemático está a punto de descubrir un único algoritmo que rige las operaciones bursátiles, por lo cual es acosado por una poderosa empresa de Wall Street y una secta judía.

[2] La noticia corresponde al diario El País, del día 30 de enero de 2016, a la que se puede acceder desde el siguiente vínculo: http://economia.elpais.com/economia/2016/01/30/actualidad/1454154629_610560.html

[3] Esta información sobre los robots inversionistas se puede ampliar leyendo un artículo de la página web Mercado Financiero, al que se puede acceder desde el vínculo: http://www.europapress.es/economia/noticia-robots-depredadores-mercados-controlan-economia-mundial-20150201080711.html

[4] Esta amenaza está en sintonía con las advertencias que ha realizado el famoso científico británico Stephen Hawking, para quien el desarrollo en un futuro de la inteligencia artificial podría suponer máquinas que se rediseñan a sí mismas, contando con una inteligencia superior a la de los seres humanos, con la que éstos no podrán competir y serán superados. A estos comentarios se puede acceder desde el siguiente vínculo: http://www.bbc.com/mundo/ultimas_noticias/2014/12/141202_ultnot_hawking_inteligencia_artificial_riesgo_humanidad_egn

[5] Los experimentos con los monos capuchinos para enseñarles a manejar el dinero se pueden ver en la conferencia TED de Laurie Santos disponible en el siguiente vínculo: https://www.ted.com/talks/laurie_santos?language=es

 

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Una respuesta a LOS CAMBIOS EN EL MERCADO FINANCIERO Y UNA PELÍCULA FUTURISTA

  1. Isaías Covarrubias Marquina dijo:

    Estimados lectores, Por ahora los comentarios de esta entrada o cualquier otra deberán dirigirlos a mi correo-e: icovarr@ucla.edu.ve, gracias de antemano y disculpen.

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