SIETE EXOPLANETAS, UNA ENANA ROJA Y EL ZEITGEIST

Dedicado a mi hijo Gabriel   Universo

Una noticia de estos días por demás interesante ha sido el reciente descubrimiento de siete exo-planetas rocosos orbitando alrededor de una estrella del tipo enana roja, de las que emiten una luz tenue y son relativamente frías, situada a una distancia de aproximadamente 40 años luz de la Tierra. Como se ha dado a conocer por la NASA, estos exo-planetas tendrían bastante parecido con el nuestro y, por ende, la posibilidad de albergar en su interior o bien algunos de los elementos y moléculas que hicieron posible la vida en la Tierra, o bien alguna forma de vida.

La noticia es extraordinaria y bastante prometedora para los que desde niños o jóvenes nos hemos sentido atraídos a pensar que existe vida allá afuera. Las condiciones del universo, compuesto del mismo polvo cósmico transformándose incesantemente desde hace miles de millones de años (polvo eres y en polvo te convertirás), permiten sostener está hipótesis como probable. Por ello, en el anhelo de que nuestro credo sea cierto, a veces dirigimos la mirada a una estrella lejana e imaginamos algún habitante de uno de sus planetas, preguntándonos qué sueña, cómo ama y con qué palabra dice adiós.

Cada vez más esta hipótesis no es producto de mentes calenturientas cuyas creencias sobre la vida extraterrestre son exageradas, sino argumentos de científicos, especialmente astrónomos y exo-biólogos. Tampoco guarda relación con la explotación comercial de esas creencias, lo cual ha dado lugar desde hace décadas a negocios lucrativos alrededor de libros, películas, series de TV y videos de youtube sobre el tema, generalmente apuntando a la idea de que ya hemos sido visitados por seres extraterrestres, están entre nosotros y hasta fueron los constructores de algunos monumentos del mundo. Más especulativamente se nos ha dicho, en clave de teoría conspirativa, que algunas criaturas alienígenas fueron encontradas, atrapadas, y están encerradas en bunkers secretos para estudiarlas con algún propósito oscuro.

La nueva percepción, anclada como se dijo en sólidas bases científicas, tiene que ver con una postura  emergente sobre el lugar que ocupa el hombre en el universo. Como es sabido, la revolución copernicana del siglo XVI despojó a la Tierra y al hombre de su lugar central. Posteriormente, con la teoría  de la evolución de las especies de Darwin, desde mediados del siglo XIX, se confirmó en los hechos que estamos íntimamente emparentados con las demás criaturas vivas (compartimos el 98% de nuestro ADN con los monos), colocándonos en una posición evolutiva que es el fruto del azar y la necesidad, para expresarlo con el bello título del libro del biólogo Jacques Monod. De manera que junto a este baño de humildad conocido, pues no somos el centro, ni una especie única ni mucho menos, ahora, en este siglo XXI, con cada descubrimiento de exo-planetas semejantes a la Tierra, emerge la firme creencia de que en definitiva no estamos solos en el universo.

La lengua alemana tiene una palabra muy bonita: Zeitgeist, significa vivir en el espíritu de los tiempos, en el sentido de los cambios y transformaciones que nos corresponde presenciar. Para mí, el espíritu del tiempo actual convoca a reflexionar que más temprano que tarde, esa intuición que han tenido, basada en sus conocimientos científicos, astrónomos como el gran Carl Sagan, de que el universo entero probablemente rebosa de vida, se corroborará. Y yo quiero vivir ese tiempo, estar aquí para saberlo y buscar comprender el enorme sentido humano que encierra.

 

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