BIENES PÚBLICOS Y PROTESTAS EN ECUADOR Y CHILE

Los economistas definimos un bien público como aquel bien o servicio ofrecido por el Estado que no impide el acceso a nadie para su uso, haya pagado por este o no, y su uso por una persona no impide que también sea usado por otra, incluso simultáneamente. Los bienes y servicios privados son todo lo contrario, no accedes al bien o servicio si no lo pagas y lo usas en exclusividad. Entre los bienes públicos y privados hay una gama de bienes que cumplen una de las dos condiciones y se les llama a menudo bienes semi-públicos. Hay bienes y servicios públicos a los cuales se accede pagando a discreción (lo que tú quieras pagar) pero nadie está impedido de no usarlo si no lo paga, como ocurre con la entrada a algunos museos o parques. En un episodio de Los Simpson, Lisa va con Homero y un maestro que admira a uno de estos museos y Homero al enterarse que para ingresar puede pagar 4 $ si quiere o no pagar nada y mira al maestro pagando su entrada no puede sino reírse de él y exclamar: Pero qué idiota! El maestro le responde que precisamente porque la gente no colabora voluntariamente para su funcionamiento es que el museo va a cerrar sus puertas.

Muchos bienes públicos son medios de producción indirectos absolutamente necesarios para que se realicen las actividades económicas. Los bienes y servicios públicos sirven de complemento y apoyo a la producción de bienes y servicios privados. Los bienes públicos son lo más parecido a un medio de producción socializado, en el entendido de que aunque es el Estado quien lo administra esto no lo hace necesariamente propietario del mismo. Pero frecuentemente se asocia bien público con bien estatal y hay Estados o gobiernos que los asumen como si fueran de su exclusiva propiedad, incluso así lo asumen gobernantes particulares, es decir, en nombre del Estado los privatizan para sí mismos. También se da el caso de empresarios que desdeñan de los bienes públicos que utilizan y de los impuestos que pagan por ellos, cuando la realidad es que sin el funcionamiento de bienes y servicios públicos sencillamente no podrían producir y vender sus bienes y servicios privados.

Como cualquier bien o servicio los bienes públicos no son gratuitos, tienen costos de oportunidad implícitos y costos de producción explícitos que a menudo responden a precios de mercado. Por ejemplo, las máquinas y equipos necesarios para operar un sistema de transporte público como un metro seguramente los adquirió el Estado a precios de mercado y los salarios que paga probablemente guardan relación con los salarios competitivos del mercado laboral, de manera que los costos de producción en todo se asemejan a los que tendría un servicio de metro de una empresa privada. Pero el precio al que lo ofrece el Estado a la sociedad puede ser inferior, incluso muy inferior, al costo unitario de producción de dicho servicio, es decir, un precio subsidiado. Se supone que este egreso generado por el subsidio estatal puede ser cubierto con ingresos como los provenientes de cobrar impuestos directos o indirectos o los ingresos que puedan generar las ganancias de las empresas estatales. Pero esto no impide que a menudo se presenten desequilibrios, especialmente cuando las finanzas públicas son mal manejadas y los subsidios se convierten en un enorme peso presupuestario que incrementa el déficit fiscal.

Los problemas detrás de los subsidios -caso reciente de la eliminación del subsidio al precio de la gasolina en Ecuador o la diminución del subsidio del precio del boleto del metro en Chile-, responde a una larga tradición en prácticamente todos los países de América Latina donde la mayoría de los gobiernos mantienen subsidios para muchos bienes y servicios públicos y los justifican más allá de que realmente se trate o no de un bien público –caso de la gasolina-. Una parte de los desequilibrios macroeconómicos que han experimentado y a los que se enfrentan los gobiernos latinoamericanos pasa por el tamiz de las consideraciones fiscales del sostenimiento de unos subsidios de bienes y servicios públicos cuyo costo aumenta frente a unos ingresos para cubrirlos que se estancan o incluso se reducen.

Detenidas las protestas en Ecuador por la reversión de la medida que elimina el subsidio a la gasolina, las protestas en Chile probablemente tampoco pararán hasta que quizás la medida se revierta. Lo triste es que mirando las escenas de destrucción de bienes y servicios públicos en Chile por personas que declaran que van en contra del sistema “neoliberal” y querrían la socialización de todos los medios de producción, sin embargo no les pasa por la cabeza que están destruyendo los únicos bienes relativamente socializados que por ahora tienen. Aquí cabe decir como la sorna de Homero pero con la justificación del maestro de Lisa: Pero qué idiotas!

 

 

 

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