DESAPARECER EL DINERO

Está por comenzar mi Curso de Finanzas en modalidad virtual en su cuarta edición y preparo la clase inicial reafirmándome en el propósito de seguir utilizando como respaldo pedagógico el excelente libro de texto Fundamentos de Finanzas (Ediciones IESA, 2009, 2° Ed.) de Urbi Garay y Maximiliano González. También he seleccionado un libro de finanzas para leer y comentar a lo largo de la duración del curso y en esta oportunidad me he decantado por releer El triunfo del dinero (Debate, 2009), del historiador británico Niall Ferguson. Se trata de un soberbio ensayo que presenta de forma coherente y convincente la visión del autor en cuanto a señalar que el dinero ha supuesto un gran logro en la historia de las sociedades. Ferguson no solo aporta los argumentos necesarios para ponderar lo que afirma, reflexiona además sobre la imposibilidad de pensar las sociedades modernas sin la existencia del dinero.

No obstante lo anterior, figurarse una sociedad sin dinero ha formado parte de planes políticos y económicos de partidos comunistas, socialistas, de pensadores e intelectuales de ideología izquierdista. Al respecto de ello, Ferguson transcribe un párrafo de un artículo publicado en los años de 1970 que dejaba en claro ese objetivo: “El dinero desaparecerá. […] El oro puede reservarse, de acuerdo a la voluntad de Lenin, para la construcción de aseos públicos. […] En las sociedades comunistas los bienes estarán disponibles libremente y sin coste alguno. La organización de la sociedad, hasta sus mismos cimientos, se realizará sin dinero […] El frenético y neurótico deseo de consumir y atesorar desaparecerá. Será absurdo querer acumular cosas: ya no habrá dinero que embolsarse ni asalariados que contratar…” (p.35).

En la realidad, esta finalidad no se ha materializado en ninguna sociedad y antes más bien, como lo señala Ferguson, la existencia del dinero, especialmente cuando se convierte en capital financiero, en crédito, ha sido y es un vehículo formidable para apoyar y apalancar el crecimiento de las economías [1]. Sin embargo, los argumentos del autor no desatienden el hecho de que la eficacia del dinero, sostenido por un sistema monetario y financiero complejo e interdependiente, puede estar sometida a la ocurrencia de fallas que causen costos sociales significativos.

Volviendo a la desaparición del dinero, esta no se refiere obviamente a “quemar el dinero”, como sí lo hacen con el botín robado del banco los bandidos de esa estupenda novela que es Plata Quemada (Anagrama, 1997) del escritor argentino Ricardo Piglia. Tampoco desaparece porque casi todo el dinero existente ya no se encuentre en forma física sino electrónica, detrás de millones de pantallas de computadoras o de celulares. Sí está claro que el dinero se daña o destruye cuando deja de cumplir sus funciones como medio de cambio, unidad de cuenta y reserva de valor. Y esta es una posibilidad concurrente con cualquier régimen político u orden económico. Casi siempre es el resultado de la aplicación de políticas mal concebidas, ineficaces, haciendo que el dinero desaparezca en la práctica.

Al respecto, baste mencionar que la función de reserva de valor, es decir, la capacidad del dinero de no perder valor y más bien ganarlo si el dinero es ahorrado o invertido, se socava tremendamente cuando en un país se sigue una insensata política económica, generadora de altas tasas de inflación o de hiperinflación, conllevando a un proceso acelerado de pérdida de poder adquisitivo del dinero, especialmente el recibido por los asalariados con un ingreso fijo. Otro efecto negativo de las malas políticas es que causan una merma significativa del crédito, impidiendo se cumpla su importante papel para el mejor desempeño de las actividades económicas. Demás está decir que ambos problemas forman parte de la crisis económica venezolana y se han agravado en el último lustro.

Por su parte, una economía relativamente eficiente, donde los mercados financieros se desenvuelven bien, no está eximida de la posibilidad de sufrir una crisis en este ámbito. Una amenaza lo representan las innovaciones financieras riesgosas que no reciben la debida regulación por parte de instituciones públicas. Este fue el caso de las hipotecas subprime, las cuales causaron el desplome de varios bancos y empresas de seguros y reaseguros, todo lo cual desembocó en una grave crisis financiera en Estados Unidos en 2007-2008, propagándose a otros países [2]. Igualmente, las criptomonedas, unos activos altamente especulativos sin respaldo efectivo, poco regulados, han reflejado tener un comportamiento tan inestable que eventualmente pudieran también provocar una crisis.

Otra amenaza lo representa el abuso del endeudamiento. Se trate de las cuentas fiscales de un gobierno o de los balances presupuestarios de las empresas, cuando se superan los límites racionales de adquirir deuda los países y las compañías entran en una espiral de dificultades. El sobrendeudamiento de un gobierno puede derivar, como lo sostienen algunos estudios, en un menor crecimiento económico durante varios años [3]. En el ámbito empresarial, los problemas actuales de la sobre-endeudada firma china del sector inmobiliario Evergrande, una compañía de alcance global, muestra que el sobrendeudamiento de grandes compañías puede generar efectos perniciosos para las economías.

La empresa china se encuentra arraigada en una economía capitalista gobernada por un partido comunista y sus contratiempos ya están recibiendo la debida atención. Pero todo esto es un mal menor al lado de los problemas que surgirían si, un supuesto negado, a los gobernantes chinos les diera por creerse las ideas trasnochadas de sus colegas ideológicos, aquellos que pensaban, y otros que aún hoy en día piensan, que el dinero debe desaparecer.

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[1] Sin embargo, hay enormes diferencias entre los países en cuanto a su experiencia de apalancamiento financiero de las actividades económicas. Al respecto, datos del Banco Mundial, del 2019, revelan que el crédito interno para el sector privado por parte de instituciones financieras en relación al PIB, alcanzó un 148% en las naciones de alto ingreso, mientras que el respectivo para las de bajo ingreso fue de apenas 13,2%.

[2] De las centenas de artículos y decenas de libros dedicadas al tema de la crisis financiera de 2007-2008 me decanto por recomendar el número de diciembre de 2008 de la revista Finance and Development, del FMI, contentiva de varios artículos que van desde las explicaciones del porqué se generó la crisis hasta sus efectos y consecuencias más visibles. Hay la versión en español y se accede desde: https://www.imf.org/external/pubs/ft/fandd/spa/2008/12/pdf/fd1208s.pdf

[3] El artículo Debt and Growth: A Decade of Studies, de Veronique de Rugy and Jack Salmon, publicado en abril del 2020, es un buen resumen de aspectos relevantes y resultados de investigaciones en torno a este tema. Se accede desde:     https://www.mercatus.org/system/files/de_rugy_and_salmon_-_policy_brief_-_debt_and_growth_a_decade_of_studies_-_v1.pdf

 

 

 

 

 

 

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