EL CRECIMIENTO ECONÓMICO DE ESPAÑA Y DE CHINA EN UNA PERSPECTIVA HISTÓRICA COMPARATIVA

Una anécdota diplomática, ocurrida durante el histórico viaje de Richard Nixon a China, en febrero de 1972, cuenta que en una conversación entre el primer ministro Zhou Enlai y el Secretario de Estado Henry Kissinger, preguntado el premier chino acerca de su opinión sobre la Revolución Francesa respondió que aún era demasiado pronto para juzgar esos acontecimientos. Casi dos siglos después de haber ocurrido, para el líder chino el balance del éxito o fracaso de la Revolución Francesa aún estaba, en perspectiva histórica, lejos de dilucidarse. He recordado esta anécdota porque algunos economistas y sociólogos consideran que el sistema económico de China en las últimas cuatro décadas, iniciado con las reformas implementadas por el primer ministro Den Xiaoping en 1978, es el más exitoso y continuará siéndolo por mucho tiempo. Esta postura se apoya en el hecho incontrovertible de que el crecimiento económico de China ha sido espectacular y muy eficaz para sacar de la pobreza, según algunas estimaciones, a cerca de 700 millones de sus ciudadanos [1]. Mi propia postura es que el sistema económico chino, habiendo sido eficaz, no necesariamente se puede replicar en otro país en desarrollo en el escenario global actual y probablemente menos en el futuro.

Teniendo en cuenta estas opiniones propias y ajenas sobre la economía China, se me ocurrió idear un ejercicio cuantitativo ¿Por qué no medir el éxito económico de China en términos del aumento de su ingreso per cápita comparándolo con otro país desde una perspectiva histórica que sea lo más amplia posible? Entonces recordé el enjundioso análisis  que hace el historiador económico Angus Maddison en The World Economy. A Millennial Perspective (OECD, 2001), el cual trae, entre otros datos, la población, el PIB y PIB per cápita de naciones y regiones del mundo desde el año 1000 hasta finalizando el siglo XX. Dado que el imperio chino y el imperio español tenían hacia 1500 un ingreso per cápita más o menos similar, la posibilidad de hacer esta comparativa estaba servida. El propósito de esta comparación, con sus obvias limitaciones, es mostrar que un análisis del crecimiento económico desde una perspectiva histórica amplia, puede mostrar un panorama hasta cierto punto diferente de las narrativas de éxito y fracaso económico de los países [2]. Si este análisis tiene algún valor, dejo esa opinión a juicio del lector.

Según el estudio de Maddison, en el año 1500 el imperio chino y el imperio español tenían un ingreso per cápita –medido en dólares internacionales de 1990- bastante similar, de 698 $ para España y de 600 $ para el caso de China. Ambas naciones se encontraban entre las más ricas del mundo, aunque la divergencia de ingreso entre los países de Europa, Asia y América para los cuales se estimaron datos para esa fecha no era significativa. No obstante, por marcar algunas diferencias relativas, el respectivo ingreso de los Estados Unidos en 1500 era inferior, de unos 400 $, al igual que el del México del imperio azteca, de 425 $, los cuales representaban alrededor del 60% del ingreso de España y dos terceras partes del ingreso de China.  La Tabla que se presenta más abajo refleja el ingreso per cápita para las dos naciones desde 1500, para diferentes años hasta 1998, y el diferencial de ingreso entre ambas.

Ingreso per cápita de España y China desde 1500 hasta 1998 (años seleccionados) (en $ internacionales de 1990)

Año España China China/España
1500 698 600 0,86
1600 900 600 0,67
1700 900 600 0,67
1820 1.063 600 0,56
1870 1.376 530 0,39
1913 2.255 552 0,25
1950 2.397 439 0,18
1973 8.739 839 0,10
1998 14.227 3.117 0,22

Fuente: Elaboración propia con base en Maddison (2001, p. 264).

Estos datos históricos son reveladores de varios hechos puntuales. En primer lugar, el imperio español desaprovechó el auge de la llegada de grandes cantidades de oro y plata proveniente de sus colonias americanas durante el siglo XVI y hasta el XVIII, que le hubieran permitido establecer un tipo de economía que elevara sustancialmente su ingreso per cápita. Partiendo de 1500 y durante tres siglos –hasta 1820-, dicho ingreso apenas se incrementó en alrededor de 50%, a una tasa de crecimiento promedio de 0,1% anual. Por poner un contraste a esta “maldición de los recursos” española de tres siglos, otro país europeo y su rival comercial, Holanda, tenía un ingreso per cápita de 754 $ en 1500, bastante similar al ingreso español de la misma época, pero Holanda en 1700 había logrado alcanzar un ingreso per cápita de 2.110 $, equivalente a 2,3 veces el respectivo ingreso de la nación ibérica en el mismo periodo. De 1820 a 1913, prácticamente un siglo, el ingreso per cápita de España se dobló y un poco más, creciendo a una tasa promedio aún baja, de 0,9% anual. Desde 1913 y hasta 1973, finalmente el ingreso español aumentó apreciablemente, casi cuadruplicándose, creciendo a una tasa promedio de 2,3% anual. Desde 1973, un par de años antes de la transición hacia la democracia, el aumento del ingreso durante dos décadas y media provocaron que en 1998 fuera 1,6 veces superior al existente a inicios de los setenta, incrementándose a una tasa promedio de 2,0% anual.

En segundo lugar, el crecimiento económico de China se estancó completamente por espacio de tres siglos; cuando experimentó un cambio fue para reducirse hasta 530 $ hacia 1870. En la primera mitad del siglo XX el nivel de ingreso no mejoró mucho. En la segunda mitad, hasta por lo menos 1978, China tuvo un magro desempeño económico, gran hambruna incluida, especialmente desde finales de los años cincuenta, como resultado de la implementación de las medidas de política del “Gran Salto Adelante” promovidas por el presidente Mao Tse Tung. En conjunto, la tasa promedio de crecimiento durante el periodo 1913-1973 alcanzó un débil 0,7% anual. El efecto de dos décadas de alto crecimiento impulsadas por las reformas económicas desde 1978 impactó sustancialmente en el aumento del ingreso per cápita de China, que pasó de ser 1.067 $ en 1980 a representar 3.259 $ en 1999 (Maddison, 2002, p. 304). El ingreso se triplicó en 20 años, con un fuerte crecimiento promedio de 6,0% anual.

El tercer aspecto claramente observable es que la diferencia de ingreso per cápita entre España y China se fue ensanchando, siglo tras siglo, a partir de 1500. La brecha de ingresos entre los dos países llegó a significar que hacia 1973 el ingreso de China apenas representara alrededor del 10% del respectivo ingreso de España. A partir de las altas tasas de crecimiento que comienza a experimentar China desde las reformas económicas, la brecha de ingresos se reduce, sin embargo, aún en 1998 el ingreso de China solo representaba cerca de una quinta parte del ingreso de España. Dos décadas después de los datos aportados por Maddison y tomando cifras del Banco Mundial, el ingreso per cápita de España, medido en dólares estadounidenses –USD- a precios constantes del 2010, alcanzó en el 2018 el valor de 32.898 USD y el respectivo de China el valor de 7.753 USD. Esto significa que actualmente la brecha de ingresos se ha reducido un poco más y el ingreso de China representa aproximadamente una cuarta parte del ingreso de España.

En conclusión, los diferentes sistemas económicos que ha tenido España desde 1500 y hasta el presente, tomados en conjunto, con sus aciertos y errores, y considerando los diferentes regímenes políticos, han sido superiores, en términos de lograr un mayor crecimiento del ingreso per cápita, que los respectivos sistemas económicos, también en conjunto y con sus aciertos y errores, que ha tenido China, bajo diferentes regímenes políticos, en el mismo periodo. En otras palabras, en una muy amplia perspectiva histórica comparativa, que abarca cinco siglos, la economía española ha sido más exitosa, en términos del aumento del ingreso per cápita, que la economía China.

De cara al futuro, obviando la recesión económica global que se producirá este año 2020 –estimada por el Banco Mundial en un decrecimiento de 5,2% del PIB global en el escenario base-, si suponemos que en un horizonte de varias décadas el ingreso de España crece a una tasa promedio de 2,2% anual y el de China lo hace a una tasa de crecimiento promedio de 6,0% anual, a la nación asiática todavía le llevará cerca de cuatro décadas alcanzar a España en nivel de ingreso [3]. Por supuesto, esta proyección, más que una predicción, entra en el terreno de la especulación. Sin embargo, sí es muy probable que esta década que comienza sea crucial para observar la capacidad de reacción del sistema económico chino a shocks externos e internos, shocks que pondrán a prueba su eficacia y sostenibilidad. En este sentido, emulando la conseja del premier chino Zhou Enlai respecto a su juicio sobre la Revolución Francesa, pero desde una visión prospectiva, pienso que aún es muy pronto para predecir algunos acontecimientos.

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[1] Aunque la pobreza es un problema multidimensional, el indicador generalmente utilizado para señalar la salida de la pobreza de estos 700 millones de chinos es la línea de ingreso. Según lo establece un criterio técnico del Banco Mundial, para salir de la pobreza una persona debe superar un umbral de ingreso mínimo de 1,90 $ diario, si vive en un país de ingreso bajo; de 3,20 $ si habita en un país de ingreso mediano bajo; y de 5,5 $ si pertenece a una nación de ingreso mediano alto.

[2] Una limitación es que el ingreso per cápita por sí solo no dice nada acerca de cómo se distribuye ese ingreso en una sociedad cualquiera y esta distribución puede ser igualitaria o desigualitaria, incluso ser muy desigual. En este sentido, en un país con una distribución del ingreso muy desigual, un crecimiento económico que eleva el nivel de ingreso per cápita no necesariamente beneficiará a los que reciben menos ingresos, los pobres, y puede convertirse en un factor que ensanche la brecha de ingresos entre ricos y pobres.

[3] Al proceso por el cual un país en desarrollo logra alcanzar el nivel de ingreso per cápita que tiene un país desarrollado se le denomina “convergencia”, al respecto véase el artículo de Robert Barro y Xavier Sala-i-Martin Convergence, en Journal of Political Economy, 1992. Vol. 100, N° 2. Para un análisis de este fenómeno desde la perspectiva de los países latinoamericanos véase mi artículo  Convergencia Económica: una aproximación al caso de América Latina, en Compendium, 2002. Año 5, N° 9.

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@iscovarrubias

 

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