EL SALARIO MÍNIMO Y LA PRODUCTIVIDAD DE LA ECONOMÍA VENEZOLANA

El salario mínimo mensual oficial en Venezuela, aún vigente a la fecha de escribir esta entrada, es de 5$, representa una  fracción insignificante del salario mínimo de la mayoría de los demás países latinoamericanos y es menos del 10% del ingreso mensual que el Banco Mundial establece como mínimo en la definición de la línea de pobreza (64,5$). Una situación tan dramática en cuanto al salario y su bajo poder adquisitivo, obedece a múltiples factores y su recuperación luce una tarea titánica. No obstante, plantear algunos aspectos en torno a este problema que, por sus implicaciones, es bastante grave, nos puede ayudar a entenderlo.

Comencemos por señalar que el establecimiento de un salario mínimo por parte de un gobierno, tiende a encarecer el costo de una hora de trabajo, pues generalmente es superior al salario de equilibrio del mercado. En esta situación, las empresas estarán dispuestas a demandar menos horas de trabajo que las ofrecidas por los trabajadores. El exceso de oferta por sobre la demanda en el mercado laboral se convierte en un factor causante de un mayor desempleo. Aunque hay evidencia empírica para confirmar el efecto perjudicial en el mercado laboral cuando se impone un salario mínimo, también hay evidencia en relación a lo contrario. Al respecto, las investigaciones de David Card, Nobel de Economía, y de otros economistas, han subrayado que el efecto perjudicial del salario mínimo no se manifiesta necesariamente en todos los mercados laborales y su impacto puede diferenciarse entre sectores empresariales, lugares geográficos, origen de los trabajadores (nacionales o migrantes) y su calificación, entre otros.

Por su parte, la determinación del salario en un mercado de libre competencia responde a la lógica de maximizar la producción, por lo cual guarda relación con la generación del producto marginal, el producto añadido al producto total cuando se incorpora una hora adicional de trabajo. En estos términos, las empresas contratan horas de trabajo adicionales hasta que el valor del producto marginal iguale el salario que se paga por esa hora de trabajo. El valor o ingreso que produce un trabajador por hora es la productividad laboral.

En relación con lo anterior, algunas estimaciones de ILOSTAT, la base de datos de la OIT, ayudan a ilustrar la relación entre la productividad y los salarios. En 2021, el producto por hora trabajada, en promedio, medido en dólares internacionales constantes de 2017, era en Estados Unidos de 70,68$, en Alemania de 58,31$ y de 13,88$ en Venezuela. En los países con relativamente alta productividad, como Estados Unidos y Alemania, los salarios son altos, mientras que en los países como Venezuela, con una productividad del 20% respecto a Estados Unidos, los salarios son bajos.

La evidencia empírica detrás de algunas teorías del crecimiento económico demuestran además que el aumento de la productividad total de los factores, vale decir, trabajo y capital, aunque en realidad se trata de un complejo de factores, es la causa fundamental del crecimiento económico sostenido de largo plazo. Es el aumento de la productividad el que también ha sustentado el incremento de los ingresos. Sucedió históricamente con los trabajadores de los países desarrollados, como Estados Unidos y las naciones europeas, con los de los países que convergieron en desarrollo con estos al final del siglo XX, como los tigres asiáticos, y está sucediendo con el ingreso de los trabajadores de países con un rápido crecimiento económico en las últimas décadas, como China.

Por otra parte, en 2021, en algunos estados norteamericanos el salario mínimo por hora rondaba los 15$, representando entonces un 21% del producto por hora trabajada promedio. Obviando aspectos de eficiencia de los mercados, tomando esa participación como un estándar y aplicándola al salario mínimo venezolano, se deduce que un trabajador venezolano debería ganar un salario mínimo por hora de 2,9$, que representa el 21% de 13,88$. Un trabajo de 40 horas semanales debería reportarle una remuneración de 116$ semanales, 464$ mensuales. El costo de la canasta básica en Venezuela, para una familia de cinco miembros, es de 500-550$ mensuales, según datos no oficiales de consultoras privadas. Con ese salario, un trabajador pudiera cubrir gran parte del costo de dicha canasta.

Pero la realidad, como se describe al inicio de esta entrada, es otra; el salario mínimo en Venezuela, de 5$ mensuales, es el resultado del colapso económico sufrido durante el periodo 2014-2020, debido a las pésimas políticas fiscales, monetarias y cambiarias implementadas, que llevaron a la destrucción del poder adquisitivo del ingreso de los trabajadores. A pesar de la recuperación económica, iniciada en el segundo trimestre del 2021, la precariedad del salario se mantiene y de hecho se agravó en el primer trimestre de 2023. Es cierto que este salario mínimo aplica exclusivamente para los trabajadores del sector público, pues los trabajadores de empresas privadas de algunos sectores, como el comercio y los servicios, tienen remuneraciones de 140$ mensuales en promedio, según datos del Observatorio Venezolano de las Finanzas (OVF).

De las explicaciones anteriores se derivan cuatro aspectos problemáticos para el establecimiento de cualquier nivel de salario mínimo para los trabajadores de la economía venezolana: 1) el bajo nivel de productividad laboral; 2) el alto costo de la canasta básica; 3) la brecha salarial existente entre trabajadores públicos y privados; 4) las brechas de productividad entre los trabajadores del sector privado, por ejemplo entre los servicios y el manufacturero.

Problemas adicionales surgen de considerar que los trabajadores públicos representan una masa laboral de 2,5-4 millones, aunque no se publican datos oficiales al respecto, sin contar los pensionados, que son otros 4 millones. Esta importante masa laboral recibe aumentos del salario mínimo que se han cubierto de manera recurrente y en gran parte con aumentos de la liquidez, como una forma de monetizar el déficit fiscal que generan los aumentos de los salarios y cuya consecuencia ha sido la aceleración de la tasa de inflación y el aumento de la tasa de depreciación del tipo de cambio.

Otro problema se deriva de considerar que el sector informal de la economía venezolana representa alrededor de un 40% de su tamaño total y este es un sector de muy baja productividad. Por su parte, la gran mayoría de las empresas formales están sometidas al impacto de altos costos debido a los impuestos (nacionales, estadales, municipales), costos de regulación y transacción, por las fallas de los servicios públicos, la baja calidad de la infraestructura, por nombrar algunos, lo cual se traduce en un serio obstáculo para la posibilidad de incrementar la productividad.

No es fácil concluir esta entrada describiendo lo que ha sido y es un panorama tan desolador para el trabajador venezolano, sometido a las tremendas limitaciones que la realidad económica le impone para obtener un salario digno, al menos uno que le permita cubrir sus necesidades básicas. Quizás con la consideraciones y argumentos vertidos en esta entrada, pudiésemos comenzar a pensar en las políticas realistas y en las estrategias necesarias para encontrar soluciones a este grave problema.

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