EN BUSCA DE UN ARTÍCULO PERDIDO: BETTY Y LA COMPETITIVIDAD

Dedicado a los trabajadores del diario El Nacional

Cuando fui uno de los articulistas “Nuevas Firmas” del más importante diario de mi país, El Nacional, comenzando el siglo XXI, escribí un artículo llamado Betty y la competitividad, haciendo alusión a la famosa telenovela colombiana Betty la Fea, que vi completa por el canal venezolano RCTV. Se trata de un artículo donde analizo la competitividad de Venezuela, que por entonces constituía un tema de opinión y de estudio con bastante resonancia e importancia. El artículo no lo tengo en mi poder, se perdió de mis máquinas y no lo conseguí en el repositorio electrónico de El Nacional, así que opto por rememorar sus líneas principales.

En dicho artículo relacionaba el auge de las telenovelas colombianas con la competitividad venezolana en esta industrias y en la de los concursos de belleza. Tomaba como referencia el estudio Venezuela: El reto de la competitividad, publicado en 1994 por el IESA [1]. En ese libro, siguiendo el modelo de competitividad de Michael Porter, se llegaba a la conclusión que ambas industrias, ubicadas dentro de un sector que ahora se llama “economía naranja”, habían alcanzado una alta competitividad internacional. Las telenovelas venezolanas se exportaban a muchas naciones por su alta calidad de producción y la Organización Miss Venezuela le reportaba innumerables triunfos al país en materia de concursos de belleza, sirviendo de modelo para otras organizaciones similares en otros países.

El artículo hablaba de la importancia de la competitividad de las empresas, un proceso dinámico donde esta se puede ganar y también perder. Hacía una advertencia en cuanto a lo que sucedería con las industrias venezolanas de las telenovelas y los concursos de belleza de seguir imponiéndose el modelo económico anticompetitivo característico del socialismo del siglo XXI, el cual, con algunos cambios de forma más no de fondo, aún persiste. Visto con dos décadas de diferencia, los malos presagios apuntados en el artículo se cumplieron.

La razón de por qué la competitividad de una empresa o de una industria es un proceso dinámico se debe a que son varias las fuerzas y factores que la condicionan, retrasan o impulsan. Las fuerzas detrás del ritmo e intensidad  de la competitividad  toman forma en el modelo conocido como Diamante de Porter, basado en cuatro fuerzas que se retroalimentan: 1) Estrategia, estructura y rivalidad de las empresas; 2) Condiciones de la demanda; 3) Sectores afines y complementarios; 4) Condiciones de los factores de producción (capital humano, infraestructura, servicios). Contrario a la que se pudiera pensar, a las empresas de un determinado sector económico les sirve para ganar competitividad tener una rivalidad más bien fuerte que débil. También ayuda que las industrias afines y complementarias sean competitivas y el tipo de consumidor o usuario del producto o servicio sea uno más bien exigente que ordinario. Se da por descontado que entre mayor sea la calidad de los factores productivos, existen más posibilidades de alcanzar una alta competitividad.  Por su parte, el rol asignado al Estado es apoyar la competitividad de las empresas nacionales manteniendo la estabilidad macroeconómica y políticas de liberalización comercial, de los mercados de bienes y servicios, de los factores de producción, dentro de un entorno que asegure una regulación lo menos intervencionista posible de los mismos.

Las dos industrias con alto nivel de competitividad internacional con las que contaba el país iniciando el siglo XXI comenzaban a mostrar limitaciones y enfrentar serios obstáculos. En general, las dificultades eran el resultado de un modelo económico basado en una mayor intervención de los mercados de bienes y de los factores de producción, por una parte, mientras que por otra funcionaba sosteniéndose sobre una política que aseguraba un tipo de cambio permanentemente sobrevaluado, creando un sesgo anticompetitivo para las actividades económicas de producción de bienes y servicios transables, potencialmente exportables, diferentes al petróleo y otros recursos naturales. Se señalaba que la industria colombiana alrededor de la producción de telenovelas estaba ganando competitividad internacional al mismo tiempo que la venezolana se mermaba. Con la industria de los concursos de belleza no estaba claro que Venezuela estuviera perdiendo competitividad, pero sí era cierto que la similar de Colombia y de otros países estaba mejorando [2].

En la actualidad la industria de la televisión venezolana exhibe muy baja calidad en sus escasas producciones y se observa la misma desmejora en la cadena productiva de empresas directa o indirectamente involucradas en la organización de los concursos de belleza. Por el contrario, aunque la industria de la televisión colombiana no ha podido superar el éxito global que tuvo en su momento con Betty la Fea, sus programas se siguen posicionando, tienen nichos de mercado conquistados y anualmente ofrecen una gran cantidad de producciones que se ven en todo el mundo desde plataformas de telecomunicaciones globales como Netflix. Por cierto, una parte del valioso recurso humano que desarrolla estas producciones (libretistas, actores, camarógrafos, fotógrafos, estilistas, maquilladores) son profesionales venezolanos que emigraron a Colombia y otras naciones en busca de mejores oportunidades para su talento y habilidades, algo que un modelo político y económico equivocado les niega de plano en su propio país.

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[1] El estudio estuvo coordinado por Michael Enright, en su momento al servicio de Monitor Group, creado por el gurú de la competitividad, el economista y académico de Harvard Michael Porter. También fueron responsables de dicho estudio el académico del IESA Antonio Francés y Edith Scott Saavedra. Una referencia casi obligada para conocer el pensamiento de Porter en cuanto a competitividad es el libro La ventaja competitiva de las naciones (Vergara, 1999), publicado originalmente en 1990.  Las ideas de Porter fueron en su momento muy cuestionadas por académicos como el Premio Nobel de Economía Paul Krugman. No obstante, el concepto y aplicación de la competitividad y de las estrategias competitivas ha seguido desarrollándose y el World Economic Forum elabora anualmente un índice de competitividad global que posiciona a 141 naciones utilizando una variedad de indicadores de competitividad. En el informe de 2019 Venezuela ocupó el puesto 133 del ranking.

[2] No fue ninguna casualidad que en los últimos capítulos de Betty la Fea, Betty participara como asistente de una profesional de los concursos de belleza en la organización y desarrollo del Señorita Colombia. Y no fue casualidad porque la industria de la moda y afines donde se desenvolvía Betty es complementaria a la industria de los concursos de belleza. Se puede decir que la mejora o desmejora en competitividad de una de esas industrias afecta la competitividad de toda una cadena productiva de empresas relacionadas de forma directa o indirecta con aquella.

 

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