LA ECONOMÍA COMO UNA CIENCIA QUE ANALIZA LA BÚSQUEDA Y LA LUCHA POR RECURSOS: 10.000 A.C.

Es una realidad que en las últimas décadas la ciencia económica se ha transformado en una disciplina con enfoques disruptivos que no calzan necesariamente con las posturas de la corriente principal, asentada en la economía neoclásica [1]. No obstante esta realidad, por lo demás promisoria para el avance de la ciencia económica, esto no significa que no se siga prestando atención al conocimiento y explicaciones derivadas de la escasez de recursos , su valoración y asignación, mucho más considerando un mundo actual económica y geopolíticamente globalizado. Por ello, sigue siendo pertinente la definición tradicional de la economía que la destaca como la ciencia que investiga la asignación de recursos escasos que son destinados a fines múltiples para satisfacer necesidades y deseos humanos que tienden a infinito [2]. En este sentido, la realización de cualquier actividad económica, sea de producción, consumo o distribución, siempre plantea el análisis de alternativas en relación con las elecciones individuales y sociales de qué producir, cómo producir y para quién producir.  Se indaga en torno a identificar las diferentes formas en que las organizaciones humanas eligen cómo valorar y asignar los recursos y para cuáles fines y necesidades, cómo se organizan para dar respuestas prácticas y eficaces a estos problemas de elección.

Desde esta perspectiva, la búsqueda y la lucha por recursos no solo comprende el ámbito de la ciencia económica, sino que incorpora otras disciplinas de la investigación de lo social, especialmente a la ciencia política, pues al fin y al cabo la competencia por recursos también es una lucha de poder. Por esta razón, la historia de la humanidad y sus sociedades puede ser narrada como un proceso que se va desplegando conforme los conflictos por recursos aparecen y desaparecen, desde la prehistoria, manifestándose luego a lo largo de la historia en disputas tribales y territoriales, en la creación y consolidación de imperios, en el ascenso y la caída de poderes económicos, en la exploración del mundo planetario y recientemente el extra-planetario [3]. El conflicto económico y geopolítico surgido por estos días, resultado de la invasión a Ucrania por parte de Rusia, puede ser visto como una expresión de esa lucha y competencia por recursos.

Para poner en contexto esta lucha desde los albores de la humanidad, situémonos de inicio entre 100.000 y 40.000 años A.C. Entre las diferentes especies de homínidos, dos de ellas se asentaban sobre los mismos territorios: neandertales y sapiens [4]. Según las investigaciones al respecto, convivieron por lo menos en el llamado corredor Levantino, una franja de territorio situada entre el mar Mediterráneo y las zonas desérticas de Israel, Jordania y Siria. No solo compartieron temporalmente los mismos territorios, también se ha comprobado que se mezclaron, pues alrededor de 1-3% del ADN de los euroasiáticos y norteafricanos actuales es de origen neandertal [5]. Ambas especies se dedicaban a la caza y recolección en su búsqueda de recursos para cubrir sus necesidades básicas de alimentación, vestido y vivienda.

Las investigaciones arqueológicas y antropológicas han promovido como una hipótesis entre varias que ambas especies, sapiens y neandertales, establecieron una competencia en la búsqueda y consecución de recursos en un mismo territorio. Un supuesto derivado de ello es que la aparentemente más sofisticada organización social de sapiens, manifestada en una mayor cooperación, terminó reflejándose en un mejor reparto de las tareas de la caza y una mayor habilidad en la fabricación y uso de herramientas, todo lo cual le valió tener una ventaja competitiva sobre los neandertales. Es posible que lograran una mayor efectividad en la cacería de grandes animales, aportando estos una gran cantidad de calorías al grupo y, por ende, una mayor seguridad alimentaria. Y este factor probablemente fue clave para la sobrevivencia de sapiens y la desaparicion de los neandertales, en tiempos donde los diferentes grupos humanos estaban sometidos a los rigores climáticos impuestos por la última glaciación, la llamada “Era del Hielo”, iniciada hace 110.000 años A.C. y finalizada hace 10.000 años A.C.

Los neandertales se extinguieron entre los 50.000-40.000 años A.C. [6]. Por el contrario, sapiens logró afianzarse en su sobrevivencia como especie y en la sostenibilidad de su incipiente organización social, acrecentada luego cuando hacia 10.0000 A.C se produce la formación de las primeras sociedades agrícolas.

El historiador Yuval Noah Harari en su libro Sapiens. De animales a dioses (Debate, 2015), señala que la invención de la agricultura tal vez no fue necesariamente una exigencia radical para el sostén alimentario requerido por los grupos humanos de la época. No obstante, las explicaciones tradicionales sí señalan la aparición de las sociedades agrícolas en el creciente fértil, situado en antiguas regiones del Levante, Mesopotamia y Persia en primer lugar, como el factor subyacente que permitió proveer a una parte de los grupos humanos de una mejor seguridad alimentaria.

En este contexto, en la película estadounidense-sudafricana del 2008 10.000 A.C. (Dir. Roland Emmerich), se pueden observar las habilidades para la caza de un grupo de Homo sapiens modernos de esas fechas, pero también sus limitaciones. La tribu de los Yagal son cazadores de unos grandes animales llamados manak, similares a los mamuts, pero su sofisticación para la caza no impide que sufran las amenazas para su sobrevivencia impuestas por las recurrentes épocas de escasez de alimentos. Esto lleva a los líderes de la tribu a alejarse considerablemente hacia otros territorios en busca de recursos alimentarios. Aunque se adelanta varios miles de años al hecho histórico real, pues en esta búsqueda los Yagal se topan con una sociedad teocrática basada en el esclavismo, como luego lo sería  el imperio egipcio desde los años 2.600-2.700 A.C. Queda patentemente claro en el film que la salvación de los Yagal vendrá de la mano de desarrollar la agricultura.

Una vez surgida, la agricultura se extendió rápidamente por todo el planeta, las tribus paulatinamente se volvieron sedentarias y se inauguró una nueva era para la humanidad y la civilización, generando todo un nuevo contexto económico, político y social en la búsqueda, explotación, producción y distribución de recursos, abriéndose casi simultáneamente un proceso histórico dinámico y cambiante que aún continua.

________________

[1] Para una revisión somera de los relativamente nuevos modelos y enfoques de la ciencia económica, véase el libro compilado por Riccardo Viale: Las nuevas economías. De la economía evolucionista a la economía cognitiva: más allá de las fallas de la teoría neoclásica (Flacso México, 2009).

[2] Fernando Savater en Las preguntas de la vida (Ariel, 1999) pone en contexto estos dilemas desde una perspectiva filosófica que termina relacionándose con la económica: “El hombre es un animal insatisfecho, incapaz de satisfacer unas necesidades sin ver cómo otras apuntan en el horizonte de su vida. Por decirlo de otro modo: la razón animal busca los mejores medios para alcanzar ciertos fines estables y determinados, mientras que la razón humana busca medios para lograr determinados fines y también nuevos fines, aún inciertos e indeterminados” (p. 101).

[3] En el presente, la búsqueda y lucha por recursos se plantea en un plano global, con las potencias líderes trazando estrategias para apoderarse o controlar los recursos propios o de otros países. Incluso los adelantos científicos y tecnológicos en lo que corresponde a la conquista del espacio avizoran una realidad futura que contempla la búsqueda de recursos extra-planetarios, especialmente minerales, incluyendo el oro, también agua, contenidos en satélites y asteroides.

[4] Se ha confirmado que existieron otras especies homínidas, como el Homo erectus, los denisovanos, el hombre de flores, con el Australopiteco como ancestro común, considerado el primer homínido sobre la faz de la Tierra, habitando el continente africano desde por lo menos 3-4 millones de años. El australopiteco más famoso es el fósil de una hembra (40% de su esqueleto) de 1,10 metros hallado en un lugar de la actual Etiopía, a quien sus descubridores llamaron Lucy. En la película francesa del 2014 Lucy (Dir. Luc Besson), la protagonista, también llamada Lucy, en un viaje de regresión en el espacio-tiempo, tiene un encuentro con su ancestro. Se estima que Homo sapiens surgió en África quizás hace unos 250.000-300.000 años. Comenzando el 2022, en un artículo de la revista Nature, se confirma que los restos más antiguos de Homo sapiens encontrados hasta ahora tienen 230.000 años.

[5] Por sus características fisiológicas y anatómicas, neandertales y denisovanos fueron los primeros en adaptarse a los territorios euroasiáticos y asiáticos. En una fecha que varía entre 85.000-110.000 años se supone que Homo sapiens emigró desde el Sur de África, instalándose en algunos lugares de la península arábiga y en el Sur de Europa y de Asia. El descubrimiento de la huella genética que corroboró el cruzamiento entre sapiens y neandertales ocurrió en 2008 en el Instituto de Antropología Evolutiva Max Plank, cuando se secuenció el ADN mitocondrial de un neandertal.

[6] Las hipótesis alrededor de la desaparición de los neandertales son producto de largas y serias investigaciones, cuyos resultados han sido expuestos en las más importantes revistas científicas del mundo. Además de la competencia por recursos, entre los múltiples factores que se mencionan como causa de su desaparición están los genéticos, como la endogamia, o fisiológicos y anatómicos, como el hecho de que si bien tenían el cerebro más grande que sapiens, su cerebelo era más pequeño, de lo cual se ha deducido que sus capacidades cognitivas eran menos refinadas.

 

Esta entrada fue publicada en Sin categoría. Guarda el enlace permanente.