LA NOCHE TRISTE Y EL DESAFÍO DE LA HISTORIA

Dedicado a mi amiga mexicana Sheila Delhumeau Rivera y a mi amigo español Juan Carlos Martínez Coll

Por “Noche Triste” se conoce la noche del 30 de junio y la madrugada del 1 de julio de 1520, en la que los aztecas, habiendo asediado en luchas y escaramuzas a los españoles y sus aliados tlaxcaltecas, los obligan a emprender una huída catastrófica. La Noche Triste supuso una terrible derrota para Hernán Cortés, se estima que murió la mitad de la tropa española, unos 500 hombres, y cerca de mil tlaxcaltecas. Los pocos españoles que se salvaron, se cuenta, lo lograron porque se despojaron de su armaduras y de las joyas y el oro que cargaban. Ciertamente los españoles perdieron la mayor parte del oro que habían saqueado hasta ese momento y quedaron tan débiles militarmente que la derrota hacía presagiar su retirada del imperio azteca sin haberlo conquistado.

Cuando leí por primera vez sobre la Noche Triste, siendo muy joven, en medio de mi ignorancia de aquel entonces sobre los hechos de la Conquista de América, percibí que algunos no cuadraban con el relato oficial. Estaba el nombre del acontecimiento, ¿Noche Triste para quién? indudablemente para los españoles, pero estos solo eran una parte de los actores de ese drama histórico. Para los aztecas significó un triunfo y una venganza, de manera que, en rigor, para ellos fue una noche alegre que celebraron con fiestas durante varios días.

Un segundo hecho que no lograba entender era el de los indígenas tlaxcaltecas, apoyando y poniendo a sus guerreros al servicio de Cortés y sus huestes. ¿Cómo era posible que los indios guerrearan contra sus hermanos y no contra un enemigo que debía ser el mismo para ambos y seguramente tenía las mismas intenciones saqueadoras contra ellos? Esta tribu no es llamada en los relatos traidora de su raza sino “aliada” ¿Qué había detrás de esta alianza? ¿Cómo se fraguó? ¿Cuál fue el papel de  la Malinche, la mujer indígena de Hernán Cortés, en esta alianza y otros hechos de la Conquista?

Los miles de recovecos por donde se pueden colar respuestas a estos y otros interrogantes sobre la Noche Triste es lo que me fascina no solo de esta historia, sino de la Historia, con mayúsculas. Las interpretaciones en la Historia se bifurcan, como los senderos borgianos, por un lado y otro del drama humano y social que se desplegó, se puso en escena. Y siempre estará cargada de sutilezas e interpretaciones que la mayoría de las veces ofrecen una mirada diferente al relato oficialmente aceptado, otro punto de vista. He allí el desafío de la Historia, de la necesidad de comprenderla, para tener una perspectiva de los acontecimientos presentes, unos que son empujados, como las olas que rompen en la playa, por la fuerza del mar del pasado del que ineludiblemente forman parte.

Vuelvo al comienzo ¿Noche Triste? Pues sí y no. Sí porque un poco más de un año después de ese suceso, el 13 de agosto de 1521, Hernán Cortés y su ejército finalmente someten Tenochtitlán y conquista el imperio azteca. Por tanto, quienes escribieron esa historia fueron los conquistadores y cronistas españoles, y para ellos fue muy natural llamar así a ese episodio de derrota y congoja de la Conquista. Y a la vez no, porque la Noche Triste también significó la revelación poderosa de un espíritu de resistencia, de voluntad del pueblo azteca por no dejarse avasallar, al margen de constituir un imperio dado al sojuzgamiento y la esclavización de otros pueblos como los tlaxcaltecas.

Paradójicamente, tanto quienes avalan nombrar el suceso como Noche Triste así como sus detractores, tienen un vínculo indivisible, pues generalmente hablan desde la misma lengua castellana heredada. Y este no es un dato menor porque, interpretando a José Vasconcelos, se trata de un espíritu hablando, intentando reconocerse por espacio de cinco siglos, por cuenta de una raza que absorbe y amalgama lo bueno y lo malo del mundo traído por los conquistadores, los esclavos africanos y lo aportado por ella misma. Y este hecho inquebrantable, dando origen al mestizaje, a unas formas singulares de ser y de sentir, de heredar y construir una cultura, unas leyes, unas instituciones, constituyendo una realidad múltiple, calidoscópica, que se despliega en variadas expresiones políticas, económicas, artísticas, es, incontestablemente, el hecho verdaderamente relevante.

Es por eso que el relato de la Noche Triste me hace sentir indio, español, europeo, negro, mestizo, latinoamericano. Me hace preguntarme quiénes somos nosotros. Y en la búsqueda de respuestas a esta pregunta y en sus múltiples y complejas posibilidades de interpretación, es donde encuentro el verdadero desafío que plantea esta historia, toda la Historia.

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