LA REVOLUCIÓN BOLIVARIANA SI TIENE QUIEN LE ESCRIBA (II)

Decía en la entrega anterior que el presidente Hugo Chávez será juzgado por la historia, entre otras cosas, por haber advenido al poder político en Venezuela con la promesa de redimir a los pobres y que, desde el punto de vista de los hechos económicos, es posible hacer una evaluación hasta cierto punto objetiva de si la misma se ha cumplido o no y en qué medida. Desde el inicio de su gobierno, esta promesa suponía un verdadero reto, pues partía de una triste realidad que resultaba ineludible enfrentar.

Según datos del Instituto Nacional de Estadísticas de Venezuela (INE), procesados por un equipo de investigación de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), en 1976 aproximadamente 3 de cada 10 venezolanos eran pobres, mientras que en el año 2000 la misma cifra se había elevado significativamente a cerca de 6 de cada 10 venezolanos. Aunque la tasa de pobreza puede variar, de acuerdo al enfoque metodológico que se utilice para medirla, una similar reporta los datos de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL). Estas estadísticas hablan de un proceso histórico que significó un avance sostenido en la disminución de la tasa de pobreza, durante aproximadamente las cuatro décadas entre mediados de 1930 y mediados de 1970, para luego revertirse el signo y reflejar una verdadera catástrofe económica de allí en adelante.

Como lo ha ilustrado en diversos escritos Asdrúbal Baptista, entre otros, Venezuela, ya bien entrado el siglo XX, digamos en la década de 1930, era una sociedad pobre, rural, enferma, con una base productiva precaria, en pocas palabras, atrasada. No obstante, esta sociedad se va a transformar en el transcurso de poco más de cuatro décadas, mediante el aprovechamiento que supuso para el país obtener una elevada renta de la explotación y exportación del petróleo, en una sociedad mayoritariamente urbanizada, con buenos niveles relativos de salud y educación y con una base productiva en expansión.

Venezuela, es, hacia finales de 1970, un país en desarrollo, en el mejor sentido del término. Sirva como un indicador de lo dicho que en 1980 tenía el mayor nivel de ingreso por habitante de todos los países latinoamericanos (5.870 dólares, a paridad de poder adquisitivo, PPA, según datos del Banco Mundial)[1] e incluso un poco superior al respectivo ingreso de países europeos como Portugal y Hungría.

No obstante, finalizando la década de 1970 y en adelante, se produce, paradójicamente, una marcada involución económica, con claros signos, según el análisis de algunos economistas, como el propio Baptista, Ricardo Hausmann, Francisco Rodríguez, de reflejar un verdadero colapso económico.[2] Esta involución se manifestará, entre otros indicadores, con especial virulencia en la reversión de la tasa de pobreza, la cual vuelve a aumentar vertiginosamente en el transcurso de 20 años. Más allá de las causas de este colapso, las cuales analizaré en otra ocasión, me interesa ahora poner en contexto y en datos, lo que hizo el gobierno de Chávez con la situación de altos niveles de pobreza que encontró, pero esto será material de la tercera entrega.


[2] Al respecto de este colapso económico, el trabajo de Baptista “Teoría económica del capitalismo rentístico”, 1997, (1º ed.): http://www.bcv.org.ve/Upload/Publicaciones/ABaptistateoria.pdf y la obra editada por Hausmann y Rodríguez “Venezuela: Anatomy of a Collapse”, 2010: http://frrodriguez.web.wesleyan.edu/docs/Books/Venezuela_Anatomy_of_a_Collapse.pdf, sirven de referencia.

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