LA REVOLUCIÓN CUBANA Y LA SONDA ESPACIAL NEW HORIZONS

Dedicada a mi querido hermano Alberto Covarrubias

El 01 de enero de este año que recién comienza se cumplieron sesenta años del triunfo de la revolución cubana. El mismo día pero de este 2019 la sonda espacial de la NASA New Horizons confirmó en sus señales a la Tierra que se había encontrado con Ultima Thule, un objeto planetario dentro del Sistema Solar que, a una distancia de 6.500 millones de Km. de nuestro mundo, es el más lejano que alguna vez se haya explorado.  ¿Qué tienen en común estos dos hechos históricos distantes en el tiempo y aparentemente tan diferentes? La respuesta es la estela de romanticismo que los envuelve.

Casi todo lo que rodeó en sus inicios a la revolución cubana estaba impregnado de romanticismo, desde la figura del guerrillero heroico hasta el poder que se le atribuía para servir de remedio a los males sociales del país caribeño. Por ello, la revolución cubana tuvo el apoyo absoluto de los movimientos de izquierda y el entusiasmo y la simpatía de centenares de intelectuales, escritores, académicos, artistas de todo el mundo, convencidos todos que su replicación en los demás países latinoamericanos era la respuesta para terminar con siglos de colonialismo e imperialismo, los cuales se pensaba constituían la causa fundamental de nuestro subdesarrollo, de la pobreza y la desigualdad social más exasperante.

El romanticismo también se expresaba en el desagravio que significó para todos los pueblos latinoamericanos que una pequeña nación enfrentara al imperio norteamericano, imperio cuyo gobierno y grandes empresas se habían acostumbrado a sostener los crueles regímenes dictatoriales que por esa época cundían por toda la región, defenestrando además a los presidentes democráticamente electos que intentaban realizar gobiernos de corte progresista contrarios a sus intereses.

Por su parte, todo lo que ha rodeado al lanzamiento de las sondas espaciales que navegan por el Sistema Solar hasta sus confines y más allá, también está impregnado de romanticismo. Desde el lanzamiento del Pioneer 10, en marzo de 1972, quedó claro que no se trataba de simples objetos explorando el espacio exterior. Estas sondas simbolizan el mensaje de que frente a la vastedad del universo todos los seres vivos de la Tierra conformamos una sola comunidad, que los seres humanos, más allá de diferencias políticas, culturales, religiosas, constituimos una única familia, morando en el mismo hogar planetario, al que debemos proteger y cuidar.

Como lo dijo el gran astrónomo Carl Sagan, la Tierra, desde la gran distancia espacial, se ve como un punto azul pálido. Sin embargo, por ínfimo que sea constituye nuestra casa, donde se ha desarrollado y se desarrolla todo lo que alguna vez fuimos, somos y seremos como civilización. Por ello, el Pioneer 10  lleva una placa de aluminio adonizado en oro que muestra, entre otros datos, nuestra ubicación espacial y reproduce a escala la fisonomía de un hombre y una mujer. Las Voyager I y II, lanzadas al espacio en agosto y septiembre de 1977, llevan discos de oro con sonidos de la Tierra, conocimientos científicos, saludos en 55 idiomas, música de diferentes culturas e imágenes fotográficas de la vida en el planeta y de las sociedades humanas. Como los mensajes que se incrustan en el interior de una botella y se lanzan al mar, el ideal romántico detrás del significado de la placa y los discos es que si alguna vez, por improbable que parezca, una civilización extraterrestre se topa con cualquiera de las sondas espaciales en el gran océano cósmico, podrán saber un poco de nosotros y de nuestros anhelos por encontrar respuestas en medio de la solitaria inmensidad que nos rodea.

Y uno quisiera que el ideal romántico que representaban la revolución cubana y la exploración espacial, hubieran seguido por sendas más o menos similares. Pero en el ideal romántico se acaba la similitud. Sesenta años después la revolución cubana es un remedo de sí misma y los sueños de progreso, igualdad y justicia social que prometía están confiscados, sometidos bajo el poder de una minoría autocrática. Triste es además corroborar que los experimentos a los que ha servido de modelo: la revolución sandinista en Nicaragua y el socialismo del siglo XXI en Venezuela, resultaron tremendos fiascos políticos, con efectos sociales desastrosos. Pero la frustración y el desencanto con la revolución cubana no son extensibles a las posibilidades que se abren con la exploración espacial. En este sentido, el anhelo por conocer y  responder quiénes somos mirándonos en el vasto universo se mantiene intacto. La nueva conquista de la sonda espacial New Horizons es una prueba más de que esta aventura romántica continúa.

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