MARXISTAS, DUFLIANOS Y EL PROBLEMA DE LA POBREZA Y LA DESIGUALDAD

Dedicado a mi apreciado amigo y colega costarricense Raudin Meléndez

Imaginémonos que se organiza un congreso internacional para debatir sobre la pobreza y la desigualdad, sus causas, consecuencias y los remedios de política necesarios para erradicar una o reducir la otra. Intervienen un marxista y un dufliano o una dufliana. Lo de marxista seguro le suena conocido, pero lo de dufliano o dufliana no. El segundo se trata de un o una economista o científico social que sigue y practica las ideas alrededor de las investigaciones que se basan en experimentos de campo aleatorios controlados, utilizados para analizar la pobreza y aplicar soluciones puntuales. Son los métodos empleados por los Premio Nobel de Economía de 2019: Esther Duflo, Abhijit Banerjee y Michael Kremer. Se corresponde con un enfoque que recalca que la pobreza es un fenómeno multidimensional y complejo en cualquier contexto socioeconómico y en cualquier lugar del mundo donde se presente. De ello se deriva que el método adecuado para el análisis y para la aplicación de políticas orientadas a erradicar la pobreza tiene que ser multidisciplinario, firmemente arraigado en la experimentación, la evidencia empírica y en los resultados [1].

En su intervención, el marxista dirá que existen pobres para que pueda haber ricos. La “ley de la plusvalía” demuestra siempre y en todo momento que el empresario capitalista explota al trabajador. Este se ve obligado a vender su fuerza de trabajo por un salario que es una ínfima parte del valor que socialmente produce, lo equivalente al salario necesario para subsistir, mientras el capitalista, propietario de los medios de producción, se queda con todo el valor restante, con la plusvalía. La consecuencia es innumerables trabajadores empobrecidos, paupérrimos, explotados por un grupo de capitalistas ricos, en unas condiciones de desigualdad económica y social permanentes. Pero aún hay más, los propios capitalistas lucharán entre sí por concentrar el capital y, como consecuencia de ello, al final habrá unos que lo perderán y otros que concentrarán todo el capital en sus manos. Los grandes capitalistas se asegurarán que el sistema político y jurídico cohoneste sus decisiones y acciones siempre a su favor para mantener el statu quo. En este estado de cosas, la pobreza y la desigualdad sólo desparecerán si se elimina la propiedad privada de los medios de producción, la fuente de donde surge la plusvalía. La socialización de los medios de producción es la única vía que asegura una sociedad justa y equitativa. Y el marxista dirá que la única manera de lograr eso es hacer una “revolución”, una donde la clase trabajadora se organice y junto con sus líderes tomen el poder.

Ahora interviene un dufliano. Comienza señalando que hasta donde alcanzan los estudios teóricos y sobre todo empíricos, la pobreza es un problema multidimensional y complejo, del cual incluso pueden formar parte unas condiciones de explotación como las denunciadas por los marxistas y las consecuencias ser las mismas: una pobreza generalizada y una desigualdad rampante. Pero los estudios empíricos y los experimentos de campo aleatorios han demostrado que para erradicar la pobreza y disminuir la desigualdad no se requiere necesariamente hacer una revolución, una que podría tener consecuencias impredecibles y no remediar para nada estos problemas e incluso empeorarlos. Lo que por lo menos se sabe con estos experimentos, que incorporan a una serie de disciplinas como la estadística, la educación, la medicina, la sociología y la economía del comportamiento, es que los pobres no son los débiles mentales con los que a menudo se estigmatiza su condición, solo pendientes de dádivas, ayudas y subsidios otorgados por gobiernos que los manipulan políticamente. Si bien es cierto que los pobres están frecuentemente desprotegidos socialmente, son muy vulnerables a las contingencias económicas y confrontan severas restricciones en sus decisiones, también es cierto que son capaces de comportarse con criterios de racionalidad económica y de responder correctamente a los incentivos que tienen o aspiran tener, especialmente los incentivos que suponen dotarlos de las capacidades, habilidades y oportunidades que les permitan escapar, por sí mismos, de la trampa de la pobreza [2].

Se ha demostrado a través de experimentos y evidencia empírica que muchos pobres ponderan correctamente el contexto económico que se les presenta, responden racionalmente a los incentivos e intuyen la mejor manera de sacar el mayor provecho –de maximizar- su particular dotación de recursos, por escasos que estos sean. Por ejemplo, en un experimento realizado en una aldea africana donde se asignaron unos ingresos a unas abuelas y unos abuelos al cuidado de sus nietos se reveló que, en promedio, las abuelas destinaban más dinero de esos ingresos para la atención de necesidades -alimentación, salud, educación-, de sus nietos que el respectivo destinado por los abuelos. El experimento también mostró que en dicha distribución las abuelas tenían “preferencias reveladas” hacia la asignación de una mayor cantidad del dinero para sus nietas que el respectivo para sus nietos. La razón es que siendo ellas mismas mujeres, son conscientes de las restricciones de oportunidades que por discriminación de género enfrentan sus nietas. Desde esta perspectiva, para combatir la pobreza en esa aldea resulta más efectiva una política basada en la asignación de recursos monetarios y no monetarios en mayor cantidad a las abuelas que a los abuelos. No obstante, la posibilidad de replicar el experimento con idénticos resultados en otra aldea no es necesariamente factible, pues a menudo las condiciones cambian, incluso si los habitantes de las dos aldeas son muy similares en situación socioeconómica y otras características. Con cada situación de pobreza hay que experimentar para llegar a las conclusiones que orienten hacia las políticas verdaderamente efectivas.

El tipo de remedio de política para combatir la pobreza y la desigualdad mediante este enfoque dufliano resulta disruptivo de la manera como se ha tratado tradicionalmente durante décadas el problema de la pobreza alrededor del mundo, basado sobre todo en la ayuda internacional, sin resultados realmente eficaces, apenas prometedores [3]. El relativamente novedoso enfoque dufliano sí ha dado muestras de resultar efectivo, en la medida que se basa en evidencia empírica y en la creencia de que los pobres también buscan maximizar el beneficio que pueden obtener de una determinada dotación de recursos y responden a los incentivos existentes. No es cierto entonces que solo con una revolución como la exigida por los marxistas se puede eliminar o reducir la pobreza, mucho menos una que a lo sumo los saca solo por un tiempo de la pobreza para después regresarlos a ésta hasta en peores condiciones, como ha ocurrido dramáticamente con cierta revolución de cierto país suramericano [4].

Se pueden extraer un par de conclusiones de esta hipotética discusión entre marxistas y duflianos sobre la pobreza, la desigualdad y las maneras de combatirla. La primera es que la verdadera relevancia de una política pública no está en la ideología que la acompaña ni en las buenas intenciones que puedan tener los gobernantes o autoridades que las instrumentan. El verdadero valor de una política pública se debe medir siempre en relación con su eficacia. La segunda es que en la medida que experimentan y utilizan enfoques multidimensionales y multidisciplinarios para el análisis de la pobreza, los duflianos tienen unas prácticas más proactivas que las utilizadas al respecto por los marxistas. De estas prácticas se comienzan a obtener resultados más efectivos en el combate contra la pobreza y la desigualdad que de los deseos utópicos y acciones revolucionarias invocados por los marxistas para los mismos problemas.

___________

[1] En el libro Repensar la pobreza (Taurus, 2011) de Abhijit Banerjee y Esther Duflo, se pone a punto los novedosos enfoques, procedimientos y políticas alternativas disruptivas que ellos proponen para combatir la pobreza global.

[2] El enfoque de las capacidades es un poderoso enfoque de economía del bienestar y del desarrollo, teorizado y evaluado, entre otros, por el Premio Nobel de Economía Amartya Sen y por la filósofa estadounidense Martha Nussbaum. Al respecto véase de Sen su libro Desarrollo y Libertad (Planeta, 2000) y de Nussbaum Crear Capacidades. Propuesta para el Desarrollo Humano (Paidós, 2012).

[3] En el libro El fin de la pobreza (Debate, 2005) del economista Jeffrey Sachs, la propuesta para derrotar la pobreza se enfoca en proponer el aumento de la ayuda internacional dirigida a los pobres, una tesis que ha recibido muchas críticas por percibirse inefectiva o como mínimo de muy bajo impacto.

[4] Para entender lo de los pobres que dejaron de serlo por un rato en la Venezuela del socialismo del siglo XXI se puede leer la entrada en mi blog: COCOON Y EL CURIOSO CASO DE LOS POBRES EN VENEZUELA QUE VOLVIERON A SERLO.

icovarr@ucla.edu.ve

@iscovarrubias

 

Esta entrada fue publicada en Sin categoría. Guarda el enlace permanente.