LOBO-HOMBRE EN PARÍS

Tengo una percepción muy personal con el nombre de la obra del filósofo rumano Mircea Eliade llamada El mito del eterno retorno, en el sentido de aplicarla a eventos o recuerdos de mi vida que siempre regresan en una u otras circunstancias, sean estas nostálgicas, anhelantes o expectantes ante cambios, o promesas de cambio, que se avizoran en el horizonte. Y es en esta línea que acabo de vivir la experiencia de unir una canción, un tema que se convirtió en mi temprana juventud casi en un himno de tanto que me gustaba y aún me gusta, a un relato trepidante lleno de magia y misterio.

Comencemos por la canción. En los años ochenta, Nacho Cano, compositor e integrante de una banda emblemática española de esa época, Mecano, compuso para otro grupo, uno de rock-pop muy bueno también, La Unión, un tema llamado Lobo-Hombre en París, el cual alcanzó un éxito rotundo. Los derechos de la canción fueron adquiridos por una disquera venezolana para hacer una versión de la misma con el  grupo, también de rock-pop,  Tempano. El cover es tan bueno como el tema original y de hecho fue esta versión la que se hizo popular en toda Latinoamérica. La canción ha tenido otras versiones regias, como la hecha por las bandas de rock colombianas Aterciopelados junto con The Mills.

La letra de la canción narra las peripecias que vive entre los seres humanos un lobo llamado Denis. Por una mordida de un mago, el mago de Siam, mientras fisgoneaba alrededor de unos amantes que paseaban cerca de él, Denis termina convertido en un hombre. El caso de licantropismo al revés que le ocurre al lobo-hombre, lo hace vivir experiencias inéditas para el animal, entre ellas compartir con una mujer joven con la que se enreda en un lío entre romántico y salvaje.

Aunque la canción no nos dice mayor cosa acerca de Denis ni de la joven, solo que se conocen cuando ella se sienta junto a él mientras cena en un hostal y luego se van a contemplar la luna llena sobre París, es bastante fiel a lo que sucede en el relato que con toda seguridad inspiró a Cano a escribir esa letra. Se trata de un cuento llamado Lobo-Hombre, del escritor francés Boris Vian, publicado en 1947.

Y este hermoso cuento que he leído hace poco con sumo placer es el que me avisa que el mito del eterno retorno está de vuelta. Es un vástago de aquella sensación juvenil que nos pasa a casi todos en la edad donde ningún sueño se marchita todavía, ni algunas de las personas que conocemos y llegamos a querer y amar se han perdido en nuestros recuerdos,  vueltos el humo de un chimenea donde alguna vez ardió fuego trepidante o uno suave que nos cobijó con su calor en una madrugada fría.

Y es en ese sentimiento de Denis, el bello y noble lobo solitario que en lo profundo de su ser desea convertirse en hombre, al menos mientras haya luna llena, donde encuentro se resuelve el misterio del mago del Siam. En fin de cuentas, igual lo aceptemos o no, en algún momento, anhelamos llevar, para bien o para mal, otra vida, tener otro destino, ser hombre-lobo o lobo-hombre. Un dilema para el que cada quien encontrará, o al menos buscará, una respuesta.

 

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