EL ANÁLISIS COSTO-BENEFICIO Y LAS VACUNAS CONTRA EL COVID-19

En uno de los episodios que más me gusta de Los Simpson, Homero y Marge son estudiantes de High School y se ven por primera vez en su vida. Homero ha quedado prendado de Marge y busca la manera de conocerla. Entonces se entera que ella está participando en un torneo de debates y cuando va a inscribirse la secretaria le informa que se debatirá en torno a la medida de seguridad de reducir la velocidad máxima de los autos a 60 millas por hora en las calles de Springfield. Homero no se lo puede creer y le dice a la secretaria: –Eso es ridículo, es verdad que se reducirán los accidentes y mucha gente se salvará, pero piense en las horas de trabajo que se perderán por la gente llegar retrasada-. Homero intuye correctamente que más allá del beneficio que traerá la medida en vidas salvadas, inevitablemente también traerá unos costos en pérdida de horas laborales. Por ello, en una política pública como esta debería estimarse  el costo en horas perdidas de trabajo para conocer el beneficio social neto de la medida.

Existe una metodología para hacerlo que es conocida como el análisis costo-beneficio, donde junto a la estimación y evaluación de los costos y beneficios explícitos, que tienen valoraciones a precios de mercado y es relativamente fácil calcularlos, también se estiman aquellos costos y beneficios que permanecen ocultos, están implícitos, pues, por diversas razones, no tienen un precio de mercado sino un “precio sombra” que debe calcularse e incorporarse cuantitativamente al análisis. Beneficios como el trabajo doméstico no remunerado de muchas mujeres y hombres y los costos de la contaminación medioambiental son difíciles de medir y sin embargo sabemos que deberían tener algún peso específico en la evaluación de determinadas decisiones y acciones públicas.

La mayor parte de las medidas de acción colectiva, de acción pública, o las que se derivan de una política pública, tienen esta característica de comportar unos determinados beneficios y costos explícitos e implícitos. Por lo demás, no todas las medidas tienen consistencias temporales, pues a menudo medidas que generarán unos beneficios en el mediano o largo plazo no obstante acarrean costos inmediatos o en el corto plazo. Y casi cada medida tiene sus particularidades al respecto.

Hago estas acotaciones porque considero un deber de ciudadanía contribuir a desmontar ideas erróneas alrededor de la utilización de las vacunas para combatir el Covid-19. En principio, lograr las vacunas ha sido un trabajo arduo y las mismas, según lo han informado y monitoreado organismos de salud internacionales como la OMS, se someten a muchas pruebas de seguridad y eficacia antes de su aprobación. Lamentablemente, se ha vertido mucha información sin fundamento al respecto, retrasándose acciones públicas donde podría estar en riesgo la salud y hasta la vida de muchos seres humanos. En el mundo entero al día de hoy se han vacunado millones de personas con las diferentes vacunas existentes para combatir la pandemia, pero sobre una de ellas, la vacuna de la empresa angloholandesa AstraZeneca, ha recaído una suerte de condena porque su aplicación ha tenido el efecto secundario de provocar un tipo raro de trombosis en algunos casos de personas vacunadas con ella. Esto ha conllevado la paralización de su uso en algunas naciones y en Venezuela ha derivado en una justificación política por parte del gobierno para no dejarla ingresar.

Para hacer un análisis ponderado de la situación problemática con la vacuna AstraZeneca, tomemos un artículo del diario El País, que expone los resultados conseguidos por investigadores de la agencia regulatoria de medicamentos británica en relación a los riesgos de la vacuna [*]. Al respecto, se tomó una muestra de la población británica de diferentes grupos de edad de ambos sexos (20-29 años; 30-39 años; 40-49 años; 50-59 años; 60-69 años) sobre la base de 20 contagiados al día por 100.000 habitantes en el Reino Unido en marzo 2021 y sobre la base de 100.000 vacunas aplicadas. Lo que se estimó fue el riesgo de contraer Covid y hospitalizarse en una unidad de cuidados intensivos (UCI) versus el riesgo de que la vacuna tenga como efecto secundario provocar una trombosis. Los resultados muestran que para el grupo de edad de 60-69 años el riesgo de contraer Covid e ingresar a una UCI es de 14,1, mientras el riesgo de sufrir una trombosis es de 0,2 (14,1/0,2 = 70), es decir, es 70 veces mayor el riesgo de contraer Covid e ingresar a una UCI que sufrir una trombosis por aplicarse la vacuna. Para el siguiente grupo de edad de 50-59 años la ratio correspondiente es 10,5/0,4 (26,3 veces mayor); para la edad de 40-49 es de 5,7/0,5 (11,4 veces mayor) y para los de 30-39 años es de 2,7/0,8 (3,4 veces mayor). Para el único rango de edad donde el riesgo de contraer Covid e ingresar a una UCI es menor al de sufrir una trombosis es el de 20-29 años, (0,8/1,1 = 0,73). De todo ello se deprende la recomendación de la institución sanitaria británica de seguir usando la vacuna contra el Covid de AstraZeneca para la población, salvo la advertencia para el grupo de 20-29 años de no utilizarla si se cuenta con otra vacuna.

En conclusión, de los resultados de la investigación se puede inferir que los riesgos de colocarse la vacuna contra el Covid son bajos en contraposición a sufrir efectos secundarios de morbilidad graves. En otras palabras, los beneficios de la vacuna superan con creces los costos de su posible incidencia de morbilidad. Hay razones científicas (sanitarias y estadísticas) de peso que lo corroboran.

No vivimos en un mundo perfecto y los riesgos de cualquier acción siempre están presentes, se trate de acciones privadas o públicas. Pero las decisiones privadas de las personas individualmente y en cuanto a las políticas públicas deben buscar siempre ser consistentes con la mejor información y el mejor análisis disponible. En términos de elección racional y de política sanitaria la mejor decisión para combatir el Covid es vacunarse y los gobiernos deben diseñar y ejecutar planes para que lo pueda hacer la mayoría de la población.

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[*] El artículo en cuestión, publicado el 10/04/21, se llama: Así son los cálculos de riesgo y beneficio con la vacuna de AstraZeneca y se puede acceder al mismo desde el link: https://elpais.com/politica/2021/04/08/actualidad/1617903321_713314.html

icovarr@ucla.edu.ve

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